Martes 17 de Octubre de 2017
ECOS DE LA INAUGURACION DEL SANTUARIO DE FATIMA
La Diócesis ya cuenta con su primer Centro de Espiritualidad Mariana
Centenares de fieles compartieron la histórica jornada.
Fátima
El Obispo bendice la imagen de la Virgen intronizada en su nuevo altar.
Fátima
La asistencia de fieles de toda la Diósecis colmó la Parroquia de Fátima.
Fátima
Desde muy temprano los fieles esperaron la llevada de la Virgen.
Fátima
En procesión se llevó a la Virgen de Fátima desde la Capilla Sagrado Corazón hasta el Santuario.
Fátima
Autoridades eclesiáticas y municipales leyeron sendos decretos antes de la inauguración del Santuario.
Durante una prolongada celebración cargada de simbolismo y emotividad, Monseñor Ariel Torrado Mosconi inauguró el viernes el santuario de Nuestra Señora de Fátima en la ciudad de Nueve de Julio. Un detalle significativo es que portaba la cruz pectoral del primer obispo, Monseñor Agustín Adolfo Herrera, uno de cuyos sueños y proyectos fue la construcción de este Santuario que, luego de 60 años, se hace realidad.
La ceremonia comenzó a las 19 hs, cuando una multitudinaria columna de fieles llega-da de todos los puntos del extenso territorio diocesano, se congregó en la capilla Sagrado Corazón para comenzar la procesión por las calles de la ciudad. Allí estuvo la imagen de la Virgen mientras duraron las obras de refacción y embellecimiento. Entre un clima de oración, donde se alternaban cantos y reflexiones se fue en procesión hasta la antigua iglesia parroquial de Fátima.
Al llegar a las puertas del edificio, el canciller del Obispado, Padre Carlos Tibberi, leyó el decreto episcopal por medio del cual se elevó esa iglesia a la categoría de Santuario Diocesano y por el cual se designaba como rector, al párroco de la Iglesia Catedral, Padre Guillermo Jesús Gómez. El intendente de la ciudad de Nueve de Julio, Mariano Barroso -quien acompañó todo la celebración, leyó a su vez, el decreto municipal por el cual declaró de interés la apertura del centro espiritual.
Luego monseñor Ariel Torrado Mosconi; el rector del santuario, Padre Guillermo Gómez y un representante de la comunidad, Jorge Falcone, abrieron las puertas para dar ingreso a la multitudinaria feligresía.
A continuación tuvo lugar celebración eucarística, presidida por el prelado, concelebrada por el flamante rector y por varios sacerdotes de del clero diocesano. Allí se recordó el enorme significado de este acontecimiento que se lleva a cabo en el año centenario de las apariciones de Fátima en Portugal y el 60 aniversario de la creación de la diócesis. “Mirar la imagen de María es contemplarla como modelo – señaló-. Por eso el edificio del templo material, nos debe recordar la tarea de edificar la casa espiritual que es la Iglesia viva en sus fieles”.
En ese sentido exhortó a los fieles y devotos a “hacer presente a María en cada rincón de nuestra diócesis, que no es otra cosa que estar cerca del pobre, del que sufre, del enfermo, de los pecadores, de los desalentados y deprimidos”. Y les recordó que “nuevamente somos convocados, ungidos y se nos encomienda un servicio en la vida”.
Luego se leyó la salutación del Papa Francisco quien expresó “su cercanía y su alegría al señor obispo y sacerdotes, que con su generosidad y su entusiasmo hicieron realidad su contribución”.
Al concluir la Misa el obispo concedió a los fieles presentes la indulgencia plenaria, tal como lo dispuso el Santo Padre para “todos aquellos que participen devotamente en alguna celebración u oración en honor de la Virgen María, el 13 de cada mes desde mayo hasta octubre de 2017”.
De este modo culminó una histórica celebración para la ciudad y la diócesis en una jornada genuinamente “mariana”.
HOMILÍA DEL OBISPO DIOCESANO, ARIEL TORRADO MOSCONI
Estamos conmemorando el año del 60 aniversario de la creación de nuestra Diócesis y bien podemos decir que ella se “crió”, creció, con el Concilio Vaticano II. Aquel gran acontecimiento eclesial culmina su espléndido documento sobre la Iglesia señalando a María como el ejemplo más acabado de lo que está llamada a ser toda comunidad eclesial.
¡La Virgen Madre modelo de la Iglesia!
Por eso, hoy los invito a volvernos al Evangelio mismo para redescubrir a María y encontrar en ella el perfil de la Iglesia tal como su mismo Señor la quiere. Repasando las veces en que la Sagrada Escritura se refiere a ella se dejan ver claramente tres grandes rasgos sobresalientes: la escucha, la intercesión y el servicio.
María escucha: la Palabra de Dios, la voz del Ángel, la necesidad de vino en la Bodas de Caná, el grito de su hijo Jesús en la cruz, la oración de los discípulos en el Cenáculo. Aquí se nos descubre la dimensión contemplativa. Nuestra mirada sobre la vida, la historia, el mundo y nuestro prójimo no puede ser superficial, prejuiciosa o parcial sino serena, amplia y honda. Todo ello es posible cuando partimos de una actitud de escucha, apertura y comprensión antes que de defensa, ataque o manipulación. De este modo vamos creciendo en profundidad y densidad interior, enriqueciéndonos espiritualmente.
La Iglesia escucha cuando, imitando a María, intenta entender lo que le ocurre al hombre de hoy y “afina su oído espiritual” para estar atenta a la voluntad de Dios manifestada en el Evangelio ¡Cómo insistía nuestro cardenal Pironio llamándonos a ser una Iglesia contemplativa siguiendo el testimonio de María! Una Iglesia alimentada en la Palabra es auténticamente rica, fuerte y generosa. ¿Qué lugar importancia tiene en nuestra comunidad la escucha, lectura y contemplación de la Palabra? ¿Cómo tratamos de responder a los desafíos pastorales de nuestra diócesis, sin hacernos los sordos ni los distraídos ante tantos hermanos que no conocen a Dios o que sufren a causa de la desesperación y el sinsentido? Puede ser un buen objetivo hacernos un propósito en cada uno de nuestros grupos eclesiales: de ahí vendrá una genuina renovación. Quiero que este santuario sea un lugar de escucha en la fe y de respuesta generosa a la Palabra de Dios siempre nueva y un ámbito de escucha al clamor de todos los que se acerquen. Este santuario será un ámbito de escucha del hermano, en el sacramento de la reconciliación y en todas las necesidades humanas de cuantos se acerquen a buscar consuelo, consejo o simplemente un lugar dónde poder ser atendidos con respeto y caridad.
María intercede: en la Bodas de Caná porque falta algo en la fiesta y ruega con la Iglesia naciente en el Cenáculo. La intercesión nos pone en medio de Dios y de la humanidad, como mediadores y puentes. Nos ayuda a salir de nosotros mismos y a confiar en la potencia de la gracia divina para transformar la vida de las personas.
La Iglesia intercede cuando ora incesantemente por el mundo. Ella es como un sacramento universal de la unión con Dios y los seres humanos con él y entre sí. La oración de intercesión es ya parte misma de su misión, alma de su apostolado y sostén de su acción pastoral. La intercesión inspira y se prolonga en toda acción que favorezca el encuentro, el diálogo y la reconciliación. ¿Nuestra oración se reduce a mera petición o se hace generosa al ampliarse en el horizonte de la intercesión universal? ¿somos factores de reconciliación y vínculo de unidad en nuestra familia, parroquia y en la sociedad toda? ¡Con qué insistencia el Papa Francisco nos llama a crear una cultura del encuentro! Un encuentro que tiene su raíz más profunda en la oración de intercesión, incluso por aquellos que son responsables de tanto mal como hay en el mundo ¡A esto se refería el mensaje de María en Fátima, con su llamado a la oración, la conversión y la penitencia! Quiero que este santuario sea un lugar para venir a interceder por la paz en el mundo, en la patria y en nuestras familias.
María sirve: visitando, acompañando y atendiendo a su prima Isabel embarazada, y lo hizo sufridamente en su huida a Egipto, escondida y silenciosamente en Nazaret, y no es suponer demasiado que los hizo igualmente con su hijo Jesús durante su predicación.
La Iglesia sirve de tantísimas y múltiples maneras cuando evangeliza. Impresiona aún hoy aquella imagen evocada por el beato Pablo VI al concluir el Concilio afirmando que la Iglesia debería ser “samaritana de la humanidad”, hoy lo actualiza el Santo Padre Francisco cuando nos habla con la imagen del “hospital de campaña” Nos gustan mucho estas frases: ¿hacemos algo por llevarlas a la práctica en cada uno de nuestros grupos eclesiales? ¿nos preocupan verdaderamente las “periferias existenciales”? ¿qué hacemos por llevar el Evangelio a los alejados de cualquier tipo y por diferentes razones? ¡Vale la pena, como Iglesia diocesana, ir encontrando un genuino objetivo misionero a través del cual prestemos un servicio de amor concreto! Quiero que este santuario sea el foco de oración por la renovación misionera de nuestra diócesis y la usina para tomar fuerzas para poder cumplir con esa misión.
Mirar la imagen de María es contemplarla como modelo. El edificio del templo material, nos recuerda la tarea de edificar la casa espiritual que es la Iglesia viva en sus fieles. Hacer presente a María en cada rincón de nuestra diócesis, que no es otra cosa que estar cerca del pobre, del que sufre, del enfermo, de los pecadores, de los desalentados y deprimidos. Hoy nuevamente somos convocados, ungidos y se nos encomienda un servicio en la vida. Pidamos a la santísima Virgen y Madre María, nuestra patrona, que nos ayude a descubrirlo nuevamente y a ponerlo en práctica ¡Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros!
Noticias Relacionadas
EL SABADO, CON CELEBRACIONES ESPECIALES POR LA PANDEMIA
ASAMBLEA ANUAL DE LOS SCOUTS