Jueves 3 de Diciembre de 2015
“Para poder cumplir con esta grave misión que Dios me ha encomendado hoy le pido especialmente al Señor tres gracias: Sabiduría, humildad y generosidad”, expresó.
Asistentes al cambio de obispo en la Iglesia Catedral.
Monseñor Ariel se dirige a los referentes dando la bienvenida a la diócesis.
Asistentes al cambio de obispo en la Iglesia Catedral.
Como nuestro medio lo anticipara en su anterior edición, en la noche del pasado martes, y mediante una ceremonia religiosa que se celebró en la Catedral Santo Domingo de Guzmán, Monseñor Ariel Torrado Mosconi, quien se venía desempeñando como Obispo Coadjutor de 9 de Julio, asumió oficialmente la conducción de la Diócesis, sucediendo a Monseñor Martín de Elizalde, que desde el Vaticano aceptaron de su retiro.
La ceremonia contó también con la presencia de altas autoridades eclesiásticas, tal el caso de Mons. Emilio Bianchi Di Cárcano, Obispo Emérito de Azul, sacerdotes de la Diócesis y representantes comunales, encabezados por el Intendente Municipal, Dr. Walter Battistella.
En el desarrollo de la Santa Misa, Mons. Martín de Elizalde, procedió a la entrega del báculo a Mons. Ariel Torrado Mosconi; a la vez que se efectuó la lectura a la resolución emitida por Su Santidad el Papa Francisco para la designación de la nueva autoridad religiosa.
HOMILÍA DE MONS. ARIEL TORRADO MOSCONI
“La entrega del báculo es un gesto que nos recuerda la sucesión apostólica en nuestro ministerio en un doble sentido; por un lado que el ministerio episcopal se transmite ininterrumpidamente desde los Apóstoles y por otro que la misión que hoy se me encomienda como Obispo de la Iglesia de 9 de Julio no comienza conmigo; sino que se remonta a hace más de cincuenta años y que en ella han trabajado incansablemente los cinco obispos que me han precedido, con su presbiterio y tantos hermanos consagrados y fieles laicos que han dejado su vida en esta porción del pueblo de Dios”, señaló en su homilía el nuevo Obispo.
“Para poder cumplir con esta grave misión que Dios me ha encomendado hoy le pido especialmente al Señor tres gracias: Sabiduría, humildad y generosidad.
Ante todo esa sabiduría que viene del Espíritu para poder gobernar la diócesis con prudencia y caridad. El Espíritu Santo viene a perfeccionar con sus dones a la virtud de la prudencia, propia del que tiene la misión de gobernar, para poder actuar “casi como por un instinto de la gracia” la voluntad de Dios en cada una de mis decisiones. Espero ser dócil a esta gracia de estado y dejarme conducir por el Espíritu.
Pido también la humildad que me permita siempre reconocer mi pequeñez delante de Dios y de los demás. En una expresión que suele usar frecuentemente Francisco “que no me la crea”. Esta humildad espero que se haga concreta en la búsqueda de consejo de los prudentes, en el trabajo en equipo con los sacerdotes, mis principales colaboradores en esta misión, y en la actitud continua de austeridad y sencillez de vida en cada uno de mis gestos y palabras.
Por último imploro la generosidad en la entrega de todo lo que soy y lo que tengo al servicio de la misión que Dios me encomienda. Mi vida ya no me pertenece. Dios ha tomado mi existencia en mi ordenación sacerdotal hace 25 años y aún más lo ha hecho en mi ordenación episcopal, hace ya siete años. Ahora al ponerme como pastor propio de esta diócesis de Nueve de Julio me pide una renovada entrega que espero vivir con espíritu generoso y abnegado”, subrayó.