Martes 25 de Julio de 2017
Al amigo Enrique Alvarez
La muerte es un episodio de la vida que todos los humanos deberíamos tomarlo con cierta naturalidad, pero siempre nos cuesta aceptarla, y en el caso de Enrique aún más, porque nos ha dejado a todos los que lo tratamos con un dolor inmenso en nuestros corazones. Amigo bondadoso y fiel, siempre dispuesto a darse a los demás con la humildad propia del hombre de bien.
Te fuiste lentamente y en silencio, justamente en las últimas horas del Día del Amigo, hubiéramos querido tenerte un poco más pero aceptamos con fe y mucha angustia la voluntad de Dios. Hablar de Enrique en cuanto a su personalidad, es agotar los buenos calificativos que caracterizaron su vida: hombre generoso, humilde, querible, sumamente alegre, sencillo, íntegro y honesto, tanto profesionalmente, como en su vida personal.
Se marchó por el camino que todos recorremos algún día, dejándonos conmovidos, pero también agradecidos a Dios por haberlo conocido y disfrutado de tantos momentos inolvidables a su lado y junto a Mara. Seguramente en la “Patria del Cielo”, nuestro espíritu volverá a encontrase con todos los seres queridos que hemos amado en la tierra.
Hoy ya te has convertido en un “ángel” que brillará en una estrella, desde donde cuidarás de todos los tuyos, principalmente a Mara, para quien pedimos bendiciones fortaleza y mucha paz. Su entrega fue total y Enrique lo supo, a sus hijos: Vero, Cesáreo, Lucre y Santi a quienes les dejó enseñanzas y ejemplos de vida muy profundos y a sus amadas nietitas.
¡Cuánto te extrañaremos! Porque nos queda un vacío muy difícil de llenar, aunque siempre estarás presentes entre nosotros.
Descansa en Paz, querido amigo.
Ana y Héctor, Marta y Paíto, Norma y Rubén, Beatriz y Nino, Ana y Rubén, Ma. Noelia y Horacio, Titina y Edgardo, Ma del Carmen y Hugo, Ana y Cacho, Bochi y Quelo, Susana y Jorge, Noelí.
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POR EL DR. CARLOS E. KENNY