Lunes 13 de Junio de 2016
Así lo señala una nota de ayer del diario “El Día” de la ciudad de La Plata.
Walter Battistella gobernó por varios períodos el municipio de 9 de Julio. Pero en las elecciones Primarias de agosto del año pasado, fue derrotado por el macrista Mariano Barroso, actual jefe comunal del distrito. En febrero de este año, como otros dirigentes radicales, fue designado en el ministerio de Salud de la Provincia.
Concretamente, quedó a cargo de la Región Sanitaria II, justamente con sede en 9 de Julio, y que abarca los distritos de Carlos Casares, Carlos Tejedor, Daireaux, General Villegas, Hipólito Yrigoyen, Pehuajó, Pellegrini, Rivadavia, Salliqueló, Trenque Lauquen y Tres Lomas.
Hasta ahí todo bien. Los problemas arrancaron a partir de que el Comité Provincia de la UCR organizó en La Plata, el fin de semana pasado, una jornada para debatir la política sanitaria bonaerense. Y Battistella fue invitado como uno de los tantos disertantes.
En ese cónclave se escucharon voces críticas a la marcha de las políticas sanitarias que lleva adelante la ministra Zulma Ortiz. Cuentan que Battistella hizo un diagnóstico crudo de esa realidad al mencionar las dificultades que afrontar los hospitales.
La cuestión es que a los pocos días, según le confiaron a este diario fuentes del radicalismo bonaerense, sonó el teléfono del ex intendente. Del otro lado de la línea, una funcionaria de Ortiz le pidió la renuncia, con el argumento de que no podía formar parte de una gestión y al mismo tiempo criticarla.
REVUELO
El reclamo generó un enorme revuelo en el radicalismo provincial. “Estamos acostumbrados a debatir, a analizar los temas, no nos pueden prohibir que opinemos”, bramaba ayer uno de los asistentes al encuentro platense.
Pero la cuestión no quedó ahí. Llegó a oídos del vicegobernador Daniel Salvador y de los presidentes de los bloques legislativos, Jorge Silvestre (Diputados) y Carlos Fernández (Senadores).
Fuentes de la UCR señalaron que Silvestre y Fernández salieron al ruedo en defensa de Battistella frente a la actitud más cauta adoptada por el vicegobernador.
“Es una persecución política”, decían en el radicalismo y actuaron en consecuencia. Se fueron a las barbas del ministro de Gobierno, Federico Salvai.
Dicen que hubo un ultimátum: si el ministerio de Salud disponía el cese de Battistella, Cambiemos se partía en la Legislatura. Traducido: Fernández y Silvestre le dijeron a Salvai que estaban dispuestos a fracturar las bancadas del oficialismo, lo que hubiera significado un fuerte dolor de cabeza para la gobernadora María Eugenia Vidal.
TELEFONO
Cuentan que, finalmente, la sangre no llegó al río. Que Salvai levantó el teléfono para exigir que no se echara a nadie. Vidal ya depende de la voluntad del Frente Renovador de Sergio Massa para sacar leyes y una fractura interna de su propio espacio hubiera significado un duro golpe al constante equilibrio que debe realizar en la Legislatura para sacar sus proyectos.
Si bien el episodio amenazó con transformarse en algo más grave de lo que terminó siendo, revela los recelos internos que existen en la alianza gobernante, en especial con el radicalismo, fuertemente desplazado en el armado del gabinete de Vidal.
De hecho, la UCR le apuntó en aquella etapa de conformación del equipo de gobierno al ministerio de Salud. Le propuso a Vidal una terna de candidatos y, cuentan, la mandataria virtualmente le tomó examen a esos postulantes.
Pero finalmente sorprendió con la designación de Ortiz, una funcionaria que encuentra algunas resistencias en el gabinete.
Los radicales se quedaron con la sangre en el ojo. Y el despido de uno de los ex intendentes históricos no hubiera hecho otra cosa que agrandar la brecha en la alianza gobernante de la Provincia.