Viernes 31 de Enero de 2020

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Hay otra historia…

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”.  Siempre hubo una historia “oficial” y siempre hubo otra… Días pasados los lectores de Tiempo leímos dos interpretaciones sobre una época a las que nos permitimos sumar algunas reflexiones. Una de ellas una defensa absolutamente sesgada de Bartolomé Mitre y las políticas que apoyó y llevó adelante durante su actuación pública. Con citas del personaje y agregados del autor que poco ayudan a la búsqueda de consensos.  La  famosa grieta  ya existía en aquellos tiempos: se habla de odios… Y también de una interpretación de la política bastante singular: se afirma que Mitre decidió “embarrarse” en la acción política… Vale aquí aclarar que la política no nació embarrada, la embarran quienes llegan sucios a ella… Ahora y siempre.

En la otra columna, también sesgada pero en sentido contrario, el autor realiza una encendida defensa de las historias “no oficiales”. Es decir de “la otra historia”.

Se puede o no estar de acuerdo con cualquiera  de las dos posturas. Eso sería materia de una tercera columna. Pero no es esa la intención. Ya aceptamos   la  existencia de dos historias sobre la historia. Y es válido debatir sobre ellas. Lo que no se puede es ignorar a una, cualquiera sea. Los autores  representan dos posturas absolutamente distintas en la interpretación de nuestra historia.

Por eso y en el afán de colaborar humildemente en el análisis de lo  que nos  viene sucediendo desde el fondo de nuestra historia, vale recordar distintos momentos de ella que evidencian  esto de interpretarla y relatarla de acuerdo a la conveniencia.

“Una característica de los gobiernos autoritarios es querer controlar la narrativa histórica para justificar su propia existencia”, afirma uno de los autores, de reconocida filiación peronista. Nadie puede tirar la primera piedra. Pero sí se pueden evaluar los comportamientos que nos acerquen  a  la verdad, que va más allá de las distintas interpretaciones de la historia.

Es indiscutible el protagonismo que tuvieron las ideas que representó Mitre, que muchas veces sirvieron para interrumpir procesos democráticos en la Argentina. Atentando entonces contra la vigencia de las instituciones republicanas. No hubo dictadura que no se reconociera en ellas.

También el peronismo aportó lo suyo en esta cuestión,  más allá, obviamente, de acciones de gobierno que significaron fuertes transformaciones políticas y sociales en nuestro país. No hay que ser necios… Veamos:

La Argentina sirvió de guarida de reconocidos criminales nazis después de la segunda guerra mundial sin que nunca se explicaran las razones que llevaron a Perón a tomar esa decisión…

Nunca reconocieron ni explicaron el por qué de  la activa participación que tuvieron en el derrocamiento del ejemplar gobierno de Arturo Illia que, de haber finalizado su obra,  hubiera cambiado el destino de nuestro país.

López  Rega y la Triple A no existieron. Es como si el “brujo” hubiera sido una ”aparición” que llegó desde el más allá para transformarse en secretario del general y también ministro, además de ejecutor y organizador de la siniestra estructura asesina cuya conformación fuera decidida por el mismísimo Perón una tarde de sábado en Olivos.

Ni hablar de montoneros y el resto de las organizaciones conformadas por la célebre “juventud maravillosa” apañada desde Madrid.

Sería redundante detenernos en las piruetas de la década kirchnerista en la materia de respetar a las instituciones de la República y la independencia de los poderes que la componen.

La pésima costumbre de pretender desconocer a las distintas vertientes del movimiento que se fueron turnando en los gobiernos nacionales. Siempre la última es reconocida como “peronista”. Las restantes nacieron de repollitos…

La lista de “recuerdos” sería larga…

Uno más, muy fuerte: jamás explicaron por qué habían decidido aceptar la autoamnistía de los genocidas de la última dictadura militar  ni tampoco la negativa a integrar la CONADEP cuya investigación sirvió de fundamento para el histórico juicio impulsado por Raúl Alfonsín.  Tampoco se hacen cargo de los infames indultos de Menem.

Es cierto que hay otra historia. Hace a la honestidad intelectual reconocerla aún cuando no convenga al  relato… porque hay una realidad incontrastable: desde que nacieron a la vida política argentina gobernaron la enorme mayoría del tiempo en la Nación, en las provincias y en los municipios de este bendito país. Y la realidad es la única verdad, más allá de cualquier historia…Y las responsabilidades históricas  quedan al descubierto.

Para finalizar: no será muy fuerte señalar a Macri como una especie de continuidad de Bartolomé Mitre?

Julio Fernández Cortés.

 
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