Lunes 21 de Noviembre de 2016
La comunidad parroquial de la Iglesia Catedral y la feligresía de la capilla “San José”, de Nueve de Julio, han sufrido una pérdida muy apreciable con el fallecimiento de la señora Julia Etchepare de Andrada.
Comprometida desde siempre con muchas acciones del quehacer social y comunitario de nuestra ciudad, quiso dedicar sus aptitudes y su dinamismo a la capilla “San José”, con la que estaba profundamente identificada, convocando colaboradores, promoviendo iniciativas, aportando propuestas y una considerable ayuda material para la conservación y embellecimiento de la capilla.
Gracias a ella, y a su insistencia, siempre cordial y simpática, fue posible sostener una actividad pastoral y también de promoción cultural y social, que ha dado grandes y palpables beneficios a las familias del barrio. Pero la preocupación por el sostenimiento de la capilla y de las obras edilicias siempre necesarias, se dirigía, finalmente, a la misión evangelizadora, que tenía muy presente.
Lo hacía con su ejemplo de vida y su participación indefectible en las celebraciones litúrgicas, en la capilla “San José”, que tanto amaba, pero también en la Iglesia Catedral y en las demás capillas y en las circunstancias - celebraciones, patronales, procesiones, encuentros - para las que se pedía su presencia.
En torno de la capilla “San José” surgieron, con calificados apoyos, obras importantes y muy valoradas, de parte de Caritas Interparroquial y de la Acción Católica, acogidas en el seno de esa comunidad que debía tanto de su pujanza a la señora de Andrada y a quienes ella había congregado, y esas obras fueron hospedadas, en ocasiones, también para su funcionamiento en las instalaciones de la misma capilla.
Pero hay que señalar una característica muy importante en la participación de la señora Julia en la vida de nuestra comunidad católica, y es su aporte a la dignidad y el decoro de las celebraciones litúrgicas por medio del canto y del acompañamiento musical. Lo hacía con generosidad y entusiasmo, que sabía trasmitir a quienes eran así atraídos e incorporados al coro, y sus innegables - y espontáneas - condiciones musicales han sido una contribución significativa a la liturgia de nuestra diócesis.
Por primera vez, creo poder asegurarlo, faltó ella este año a una cita importante: la Santa Misa que se celebra en el monasterio Santa María de Los Toldos a la llegada de los peregrinos que allí se dirigen a pie desde Nueve de Julio. Pero estaba emprendiendo otra peregrinación, la más importante, de la cual las que hacemos aquí en la tierra son apenas signo y anticipo. Y se ha unido con su voz a los cánticos del cielo.
Rogamos a Dios por su alma, y confiamos que su ejemplo y sus propias oraciones obtengan que se susciten muchos nuevos colaboradores para la acción evangelizadora, para los apostolados y para la animación litúrgica y de la vida comunitaria en nuestras capillas.
Diecisiete años al frente de esta querida diócesis de Nueve de Julio y la cercanía con esta dedicada y fiel colaboradora, me imponen el deber sincero de un profundo agradecimiento a Julia, con la certeza de esa inefable retribución que habrá recibido ya junto a Dios, a quien sirvió con dedicación, por su devoción a San José, esposo de la Virgen Santísima y Patrono solícito de la Iglesia.
Mons. Martín de Elizalde OSB, Obispo emérito de Nueve de Julio.
