Miércoles 10 de Junio de 2015
Publicación pedida por Andrés Tempo.
(“El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”. Manuel Belgrano. Derecho de información,7 de junio de 1810, Primer número de La Gazeta).
A diez días de que la opinión pública nuevejuliense se enterara por diarios y portales de noticias que el Honorable Concejo Deliberante tiene en sus manos la facultad de que los vecinos de 9 de Julio tengamos el mismo derecho que el resto de los argentinos de controlar el patrimonio de nuestro intendente, sus funcionarios, concejales y candidatos a ejercer cargos públicos; la reacción de nuestros dirigentes ha oscilado entre el silencio más absoluto y un sin número de maniobras dispuestas para ocultar el tema.
Hace una semana que vemos como deambulan por los medios disertando sobre todo, menos sobre la imperiosa necesidad de que nuestra clase política viva de acuerdo con lo que establece la ley 25.188, ley de Ética en la Función Pública.
La posibilidad de conocer los patrimonios de quienes manejan nuestros impuestos conferida en la citada norma, es una cuestión vital para el sistema representativo y forma parte del control mínimo al que deben someterse quienes manejan el Estado.
En el siglo XXI, esta práctica es corriente en buena parte del mundo, y lo es en nuestro país. El gobierno nacional es quien propone y ejerce esta medida sometiendo a presidentes, funcionarios, diputados y senadores (hombres y mujeres) a respetar la norma.
Además es acompañada por casi todas las provincias, Buenos Aires se encuentra entre ellas; y varias de las ciudades que rodean 9 de Julio también, tal el caso de Pehuajó, Trenque Lauquen, Azul, Tandil, sólo para citar algunas entre las tantas.
A dos años de haberse promulgado la ley, la mayoría de los ciudadanos argentinos tienen el derecho que el HCD se niega a reconocerles a los nuevejulienses.
La falta de reacción política de nuestros concejales ante la aparición de la noticia en los principales diarios y portales de nuestra ciudad; ha comenzado a generar entre los vecinos una peligrosa sensación de desprotección general.
El motivo es sencillo, la oposición no es votada para gobernar ni para acompañar, es considerada por la voluntad popular para cumplir con la misión de controlar al gobierno; y las elecciones que se usan para llevar a la práctica ese control son las legislativas.
La sociedad vota concejales con la intención de controlar al Intendente.
A contramarcha de lo que ocurre en todo el mundo, en el país, en la provincia, y en las ciudades que nos rodean; en 9 de julio los políticos de la oposición ha elegido no serlo.
No hay matices entre ellos, no hay ideologías políticas, se siguen desenvolviendo como personajes pueblerinos, como chicos y chicas bonachones y simpáticos de barrio que ante todo deben llevar la tarea sin rispideces.
Es muy común verlos en fotos que los reúnen sonrientes en causas loables y conjuntas. Pero detrás de esta ideal concordia política de pueblo, este año manejarán $ 300.000.000 de presupuesto municipal.
Existe la idea de que ese dinero viene de la provincia o de la nación. Nada más equivocado que eso. La realidad es que no somos un pueblito y que esa masa gigante de fondos “regresan” a la ciudad luego de haber partido.
No llueven pesos por regalo o beneficencia; son parte y solo una parte de lo que ha salido de nuestros bolsillos en impuestos.
Ese dinero, 300 millones de pesos, o 30 millones de dólares, o el equivalente a 4.000 hectáreas de campo; será administrado por ellos. Nos referimos a los dirigentes del oficialismo y de la oposición, que de forma sistemática se niegan a demostrar públicamente que no van a parar a sus bolsillos.
Un desagüe en una esquina, una luminaria que falta a mitad de cuadra, es publicitado por nuestros concejales como si se tratase de temas centrales y prioritarios. Han logrado subvertir su actividad reduciendo a particularidades su acción política. Viven exacerbando su preocupación por un pozo; pero dejan pasar propuestas que permitirían asfaltar nuevamente todas las cuadras.
Lo importante para todo 9 de Julio - controlar la corrupción en el Estado a través del acceso público a los patrimonios de quienes lo conducen - es remplazado por lo accesorio, una luminaria, significativamente importante sólo para quien vive debajo.
LA REALIDAD NO ES UN CUENTO
Hagamos un ejercicio, supongamos por caso que como nuevejulienses somos dueños de una empresa agropecuaria, somos sus socios minoritarios. Todos contribuimos a su capital social. Vemos que nuestra empresa obtiene una ganancia al año que le permitiría adquirir 4.000 hectáreas más de campo; pero por razones que se desconocen no se compran.
Llamamos a nuestros síndicos para que nos digan en qué se gastó el dinero.
La respuesta que nos dan es que no lo saben. Pedimos una reunión de directorio y vemos que efectivamente el dinero no está, tampoco vemos inversiones por esos montos, y como si fuera poco nos enteramos que además debemos 1 millón de dólares.
Pedimos al gerente que nos diga cuánto gana él, y no lo dice. Miramos al directorio y les exigimos que nos digan cuánto ganan ellos, y tampoco lo hacen. Mocionamos entonces que en la reunión se trate la obligación de informarnos cuánto ganan y qué es lo que tienen; y todos al unísono miran hacia la ventana.
Luego de unos minutos de silencio escuchamos que una de las directoras dice: “es importante que tratemos el tema de la impresora.
El mes pasado nos quedamos sin papel y tuvimos que sacar fotocopias.
Eso produjo un exceso en los gastos de 26 pesos que podríamos ahorrar”. Los socios nuevejulienses se miran. Antes de poder hablar, escuchan que otro director exclama: “Eso no es nada; debemos controlar el uso del papel higiénico porque el mes pasado se gastaron cuatro rollos, lo que indica a las claras que evidentemente se está despilfarrando papel”.
El gerente sentado en la punta de la mesa se enoja, pega cuatro gritos, argumenta que con tantos palos en la rueda no puede llevar adelante la empresa. Se para, arroja la carpeta y abandona la reunión. Los cuatro directores que lo acompañan en su tarea, deciden hacer lo mismo en solidaridad.
El resto de los directores mira con cara de preocupación a los socios minoritarios, toma sus cosas y levanta la reunión.
En camino a sus oficinas y desde la sala de reuniones se escucha que uno le dice a otro: “cuatro rollos de papel higiénico por semana es una barbaridad, tenés razón”. Abandonados ya, los socios nuevejulienses comienzan a levantarse de sus lugares. Se van en aparente resignación.
Pero por el pasillo comienza a sentirse un rumor, una voz que susurra: “4.000 hectáreas de campo y estos nos vienen con un rollo de papel higiénico”. Y otra que responde: “Estos están todos prendidos”.
FARE FINTA (Del italiano: hacer que se hace, fingir, simular)
La semana pasada la oposición no aprobó la rendición de cuentas anual, en otras palabras qué se hizo con $184.000.000 que se gastaron en el 2014. Las expresiones fueron claras: “no vemos una factura y una documentación que avale los gastos del Intendente”; o similares: “No se sabe el destino del dinero. Nadie sabe cómo se compra o a qué precio”.
Ante esa realidad, los ciudadanos englobados en una nota similar a esta y que fue publicada en los más importantes medios de comunicación, le pidieron a los concejales que aprobaran la norma que obliga desde el Sr. Intendente hacia abajo, incluidos el cuerpo deliberante, muestren sus patrimonios personales.
Como respuesta llevamos diez días de silencio y operetas.
De inmediato unos eligieron pedir la vuelva de Todos por el Agua para instalar nuevamente un tema que entre paréntesis ya tiene principio de solución gracias a los vecinos; otros se preocuparon ahora por las bicisendas del Almirante Brown, que empezaron hace cuatro años; otras mostraron fotos en facebook de calles de tierra llenas de charcos de agua después de la lluvia.
Los oficialistas se retiraron en solidaridad con el Sr. Intendente. Todos a su manera eligieron un árbol para ocultar el gran bosque de dinero que desaparece todos los años.
Los vecinos y vecinas se retiraron en “aparente tranquilidad”. ¿Con lo que vuelve a 9 de Julio se pueden comprar 4.000 hectáreas de campo?, - preguntó uno-. Sí, -respondió el otro-. Como lo escuchás.