Lunes 16 de Marzo de 2015

La entrega del radicalismo

Publicación Pedida por Julio Fernández Cortes.

El radicalismo ha sido siempre, desde hace 120 años, la opción republicana que, desde los partidos políticos, se les presentó a los argentinos. A partir de la década del 40 también fue la opción al populismo que se instaló en el país.  

También fue, precisamente por eso, el partido político que más ataques sufrió desde lo que daremos en llamar la derecha. La política y la económica. Pasó con Yrigoyen, con Arturo Illia y con Raúl Alfonsín. En los dos últimos casos, a las intentonas golpistas se sumó el populismo. Basta recordar a los sindicalistas de traje que asistieron a la asunción de Onganía y a los trece paros generales que le hicieron al último presidente radical, padre de la democracia moderna en la Argentina.   Ahora bien: ¿esto quiere decir que el populismo es malo? ¿Tanto como la derecha política y económica? ¿O es más malo?  

Podemos hacer un ejercicio, a raíz de algunos “razonamientos” que se hicieron en Gualeguaychú, respecto a que este nuevo “acuerdo” (de alguna manera hay que llamarlo) sobre que su objetivo es el de terminar definitivamente con el populismo en la Argentina...  

Preguntarnos, por ejemplo, si puestos a elegir, los radicales deberíamos inclinarnos a acordar con quienes han votado en contra de la estatización de las AFJP o de la de YPF o de la oposición a tantas leyes estructurales que estos nuevos “aliados” hicieron en estos últimos años de populismo en la Argentina. Porque esto es lo que ha pasado.

Por ende, mintió el presidente del radicalismo y mintió el convencional Federico Storani cuando hablaron de los “comunes denominadores republicanos” que el radicalismo tiene con estos nuevos “aliados”.  

Debería recordárseles a estos dirigentes que fue también esta derecha – política y económica – la que justificó todos los atropellos que sufrieron las instituciones de la democracia en los últimos 50 años de nuestra historia. Desde todos los ámbitos en los que se desenvolvían respaldaron a las dictaduras militares, incluida la última, la peor de todas.

Y las apoyaron desde lo verbal, pero también haciendo infinidad de “negocios y negociados”, como se los quiera llamar es lo mismo...  

Es con estos sectores con los que en Gualeguaychú propusieron (e impusieron con el voto de la mayoría de los convencionales) este nuevo “acuerdo” que termina con 120 años de servicio que el radicalismo le ha prestado a la República y a la Democracia en nuestro país.  

Es justo reconocer que así fue. Lograron que la mayoría del radicalismo allí representado acompañara sus propuestas. Pero lo hicieron mintiendo en sus mensajes. Y lo hicieron descaradamente. Además de, y esto es lo más difícil de asimilar y comprender, traicionando (en algún caso determinado, como el de Federico Storani) toda una vida de militancia levantando las históricas banderas del más puro Yrigoyenismo.

En todos los aspectos, en el de la educación, por ejemplo, si uno recuerda las luchas que la Juventud Universitaria Radical (la Franja Morada) llevó adelante con coraje en defensa de las Universidades y la educación pública durante las épocas más duras y difíciles.

Recuerdo, con asombro frente a este ejercicio de ciencia ficción que presencié en Gualeguaychú, la ocasión en la que renunció a su cargo de Ministro del Interior del presidente de la Rúa, cuando éste decidió recortar los presupuestos educativos...

Transformándose, sin titubeos, de lo que fuera una referencia indiscutible para miles y miles de jóvenes radicales durante muchos años, la mayoría de ellos durísimos, en un incomprensible vocero del macrismo en el seno de la Unión Cívica Radical.   Cuesta mucho comprenderlo...  

Pero no fue el único. Hubo de todo. Hubo ausencias incomprensibles, idiotas útiles, ingenuos, no tan ingenuos y, por supuesto, los que traicionaron ideales defendidos durante vidas enteras... Estuvieron los que justificaron silencios por el hecho despreciable de defender conchabos o cargos públicos... Pero no es el fin. Hay radicales en todo el país que no entregarán sus ideales. Y así lo hicieron saber.  

Hay radicales que no se entregarán ante la entrega. Su consigna es resistir, rescatar al radicalismo de esta diáspora a la que lo llevaron vaya uno a saber por qué mezquinos intereses. Porque no pueden ser otra cosa más que eso: mezquinos, además de impresentables.  

No se puede pretender derrotar al populismo con los anti República, con los que en el ejercicio del poder, por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires, no respetan a las instituciones de la democracia.  

Harán falta determinadas cualidades para enfrentarlos. La primera de ellas es la grandeza. Para colocar al radicalismo por encima de las apetencias personales. Y también mucho coraje, determinación y convicciones.  

Esas convicciones e ideales que muchos abandonaron para siempre en Gualeguaychú.  

Julio Fernández Cortés

Convencional provincial U.C.R.


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