Miércoles 10 de Julio de 2013
Publicación pedida por Miguel Longarini.
Celebró sus 9 años de permanencia.
El pasado viernes 30 de junio, he tenido el honor de haber sido convocado a pertenecer o a hermanecer... con seres humanos que se llaman Gabriela Fernández, Norberto Ganci, que viven en un tranquilo lugar que se llama ‘’Estancia Vieja’’ Pcia. de Córdoba y llevan adelante contra vientos y malas aguas, buenas y malas lenguas y buenas lunas, el extraordinario y pluricultural proyecto comunicacional ‘’EL CLUB DE LA PLUMA ‘’ que tiene como eje principal , a una revista mensual y un programa de radio ,en el que se respira libertad de expresión sin eufemismo.
Hasta ese lugar he llegado junto a mi compañera de la vida, para recibir un importante reconocimiento a la trayectoria de militante por la vida desde la poesía, desde la escritura y desde la comunicación voluntaria para todos los espacios posibles que hayan permitido y permitan la ‘’otra’’ información que siempre existe y que no se consigue con tanta facilidad, como la que nos venden los señores que no informan, sino que uniforman. Digo importante reconocimiento el que se me ha otorgado, porque así lo es y así es el lugar de importancia que siento y debo darle a lo que viene de la mano de seres humanos íntegros, valientes, comprometidos con la vida, la verdad, la justicia, la memoria, la belleza y con el arte en todo su esplendor.
El sitio elegido por ‘’El Club de la Pluma ‘’ para re-encontrarnos y abrazarnos celebrando sus 9 años de vida, fue el espacio del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba (http://www.apm.gov.ar/node) que funciona en lo que fuera el edificio del Departamento de Inteligencia de la Policía de la provincia de Córdoba (D2). Edificio ubicado en el Pasaje Santa Catalina -entre el Cabildo y la Catedral- donde funcionó como Centro Clandestino de Detención (CCD), durante la última dictadura militar. Allí, en ese lugar cruel y terrible para tantos compañero/as que han sido torturados y desaparecidos. Temible para tantísimos familiares y amigos, que a pesar de su dolor, su desesperación, su eterna espera no bajaron los brazos ante tanta impunidad y desidia manifiesta en una gran porción de la sociedad en cuanto a decir lo que se sabe que ocurrió y ocurre con temas sobre los derechos humanos. Y digo allí, en la Córdoba histórica entre la Catedral y el Cabildo, entre la mirada de todos, en ese espacio recuperado recién en el 2006, luego de 23 años de democracia, para que la Memoria salga a la luz y haga su trabajo en todo lo que al todavía caliente pasado de horror y sangre deba conocerse.
En el lugar elegido, mujeres y hombres del quehacer cotidiano en sus distintas actividades, nos dimos las palabras, los abrazos, las emociones y la posibilidad de encontrarnos en y con las voces que hacen la vida con todos.
Gracias queridos compañeros del ‘’Club de la Pluma’’ (libre, le agrego yo) por tanto amor compartido. Por vuestra generosidad en abrirnos las puertas de, no sólo cada corazón, sino la de vuestro hogar. Gracias por permitirme decir mi sentir, que no siempre es el saber de quienes saben...
Con toda la sangre libre.
Miguel Longarini