Sábado 3 de Diciembre de 2016
Investigadores del INTA aplicaron dos modelos sobre lotes extensivos contiguos. En cinco años el margen bruto de la producción agroecológica duplicó al de la agricultura predominante en la región.
Transgénicos, siembra directa, fertilizantes químicos, herbicidas, malezas resistentes, fumigaciones: son los componentes de la forma actual en que se explota la tierra en nuestro país y parecería ser inevitable que así se haga y siga haciendo. Sin embargo se multiplican las experiencias que apuntan a una agricultura alternativa, posible y económicamente viable. Una de ellas se está desarrollando en la Chacra Experimental Integrada de Barrow que posee el INTA en el Partido de Tres Arroyos, Provincia de Buenos Aires, bajo la conducción del ingeniero agrónomo Martín Zamora.
En enero de 2011 Zamora y sus colegas establecieron un módulo de 8 hectáreas sobre el cual se planificó un manejo agroecológico de cultivos extensivos mixtos (AGROE), teniendo como ejes centrales los principios de la agroecología, entre ellos, el balance y ciclado de nutrientes, aumento de biodiversidad y el manejo integrado de plagas con el objetivo de disminuir progresivamente el uso de plaguicidas. En este módulo los investigadores fueron rotando, año a año, entre avena, vicia, sorgo, trigo, soja y trébol.
En un módulo contiguo se implementó el manejo agrícola mixto predominante de la zona (ACTUAL), con un uso intensivo de insumos (fertilizantes y plaguicidas). Los cultivos fueron trigo y soja.
Los resultados fueron presentados recientemente en el V Congreso Latinoamericano de Agroecología realizado en la Universidad Nacional de La Plata. El modelo AGROE mostró rendimientos de grano y carne aceptables durante los primeros años y en la actualidad los rendimientos son similares al sistema ACTUAL. En las últimas dos campañas los rendimientos promedios de trigo fueron de 3800 kg/Ha y 4100 kg/Ha para los modelos AGROE y ACTUAL, respectivamente.
“El modelo AGROE se mostró como más estable”, señalan los investigadores como una de sus ventajas. Por ejemplo, ante una falta de precipitaciones ocurridas en el 2013, se logró implantar sorgo con producción de carne, mientras que en el modelo ACTUAL la soja no logró desarrollar para obtención de granos, lo que significó una pérdida económica para el productor.
El gráfico muestra los resultados económicos de ambos modelos para el total de los años evaluados (6 cultivos). Si bien los ingresos netos son similares, el margen bruto del modelo AGROE duplica al ACTUAL debido a que los costos de producción son sustancialmente inferiores. “Los menores costos son de fundamental importancia para el productor ya que representa menores riesgos productivos en cada una de las campañas”, destacan los autores. “El análisis económico que yo hice es sólo margen bruto, a esto aún faltan los gastos de estructura, pero éstos son similares para ambos modelos, por lo que no inciden en la comparación”, aclara Zamora.
Los bajos costos del modelo AGROE se lograron principalmente por no utilizar herbicidas ni fertilizantes químicos. El uso de cultivos asociados (policultivos) como trigo con trébol rojo, avena con vicia y sorgo con soja, contribuyeron a la mayor cobertura, evitando dejar disponible luz, agua y nutrientes para el desarrollo de las malezas. El modelo AGROE basó la reposición de nutrientes en el uso de leguminosas para la fijación del nitrógeno y en el uso de suplemento de la molinería local (cáscara de trigo) para balancear el P extraído.
La visión parcial y cortoplacista del modelo ACTUAL basado en la búsqueda de altos rendimientos, ha elevado los costos productivos, la dependencia de insumos de síntesis química y el riesgo de contaminación por agroquímicos. “En la agricultura ACTUAL con el uso de grandes cantidades de fertilizantes químicos solubles, las malezas son las principales beneficiadas”, puntualiza Zamora. Al estar muy adaptadas a competir, cuando quedan malezas en esos lotes, consiguen un gran desarrollo, obligando al uso cada vez más intensivo de herbicidas, y mayor riesgo de contaminación.
La experiencia de INTA- Barrow no es la única. El ingeniero Eduardo Cerdá, co-autor del trabajo, estima que la cifra actualizada de agroecología en campos argentinos se encuentra en 12.500 hectáreas. "Hay una efervescencia, una intención y una ganas de los productores que empiezan a disfrutar otra vez del campo”, se entusiasma Cerdá.
Firma: Guillermo Hough- integrante de ConCiencia Agroecológica
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