Jueves 1 de Abril de 2021

REFLEXIÓN DE SEMANA SANTA

La vida vence a la muerte

Los cristianos hemos iniciado la semana Santa, el Domingo de Ramos que acabamos de celebrar nos lleno de estupor frente a un Salvador que entra en Jerusalén como entra en nuestra vida “Hosana al Hijo de David” gritaba la gente; y sin duda nosotros en este tiempo de pandemia también lo esperamos y rezamos para que venga a nosotros. Un día cargado de esperanza la que esta expresada en los ramos de olivos y en las palmas que son agitadas en señal de estupor y no de admiración como nos decía el Papa Francisco. Estupor por contemplar al Mesías y al Salvador que nos busca, que nos encuentra y quiere entrar en nuestra vida no para ser un adorno al cual admiramos sino una vida que nos llena de asombro, de confianza y de fe.

Un Jesús que en los tres días antes del jueves santo, atempera nuestro corazón para conocerlo, amarlo e imitarlo, en la sencillez y la intimidad. El jueves Santo despuntará como una intensa luz en la última cena por segundo año consecutivo, será la contemplación en medio de tanto sufrimiento y de tanto dolor donde el que nos ama sin medida, nos volverá a invitar a no perder el horizonte de la esperanza. Tomen y Coman serán las mismas palabras de aquel día, y tendrán la misma carga de entrega y amor. Estos tiempos tan difíciles estamos llamados a reclinarnos como Juan sobre el pecho de Jesús para no perder el rumbo, para sentir el latido del corazón de un Dios que esta terriblemente cercano y tremendamente consolador cuando nuestro corazón y nuestra vida están abiertos a su presencia.

El lavado de los pies será una vez más, el llamado a dejarnos revestir por la humildad; si el maestro y Señor nos lava los pies cuanto mas entre nosotros.

Hoy el lavado de los pies está centrado en el corazón; por los agentes de Salud, en los que sufren de abandono, en los que están sufriendo esta pandemia no solo porque están contagiados, sino también todos los que están partidos por el dolor y la angustia de una separación abrupta. El lavado de los pies esta cifrado en el oído atento, es mostrar la delicadeza de aquel que cansado del camino se encuentra extenuado y quebrado.

En la mano tendida en aquellos que en soledad e imposibilitados de salir reciben manos que se acercan, que se comprometen, que ayudan, que sirven. El Jueves Santo nos vuelve el rostro de una sociedad individualista e insensible que en Jesús recibe el grito claro, Compartir y dejar que nuestra debilidad se afirme en el Dios de la Vida y el que lo puede todo.

Este grito se ahonda en la soledad del Viernes Santo que nos invita a acompañar a nuestro Señor en las angustias y soledades de la humanidad que en Cristo muestra su debilidad y su pecado. Solo el abandono en nuestro Dios es posible superar el dolor. Vemos un mundo y una humanidad que en el estertóreo rugido de la pandemia vuelve a renegar por la dureza del corazón.

El viernes santo es la lucha de una muerte que cree que puede vencer y la realidad de una vida que es mucho mas grande y más fuerte. 

Pero es el Mesías, el Salvador quien lo asume, quien lo padece, ¡A Él pertenecen la gloria y la Alabanza! Es tan cierto que se cierne la noche oscura y por eso la tradición nos sumerge en el silencio es una cristiandad que en el silencio y en el estupor; confía y espera. Es un silencio fecundo, es un silencio poblado de ruidos, poblado de vida. Es la tumba y el silencio, es la espera y la certeza en el corazón.

Y este silencio rompe en un grito celestial que anuncia que el cielo venció a la tierra, que la vida venció a la muerte. El sábado en la Vigilia Pascual nos llena de signos y de símbolos que nos abren a la luz. El cirio Pascual encendido en la noche comienza a brillar y las tinieblas se deshacen en una brillante luz. El pregón Pascual no solo como un ungüento maravilloso toca nuestro corazón, sino como el alba, llena de luz nuestro silencio y disipa nuestras tinieblas. Las lecturas nos permiten recorrer el camino de una salvación cierta y alcanzada en Cristo. Entonces el aleluya nos colma de una alegría incontenible, como una trompeta en el cielo retumban los gritos y el gozo del Señor Resucitado.

La piedra corrida, la tumba vacía gritan la verdad mas contundente, la verdad mas tremenda. ¡¡¡¡Cristo ha resucitado!!!! Dinos maría magdalena que viste en el camino. Nos dice la secuencia de la pascua. ¿Qué has visto de camino María en la mañana? A mi Señor glorioso

La tumba abandonada.

Entonces nuestro corazón salta de gozo y en medio de un mundo dolorido; atravesado por la pandemia, el encierro, el miedo y la muerte. Grito, grita y gritara:”

Lucharon vida y muerte en singular batalla. Y muerto el que es vida Triunfante se levanta”.

¡¡¡Aleluya!!! ¡¡Cristo ha Resucitado!!

Felices Pascuas

La vida venció a la Muerte.

Pbro. Edgardo Abel Iriarte
Sacerdote

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