Sábado 29 de Abril de 2017
A CINCO AÑOS DE SU FALLECIMIENTO
La Diócesis recordó al padre Pedro Traveset
“Era el primero en servir”, subrayó el Obispo Torrado Mosconi.
A cinco años de su fallecimiento, se conmemoró al padre Pedro Traveset en Trenque Lauquen y en Nueve de Julio, con celebraciones presididas por el obispo Monseñor Ariel Torrado, y por el cura párroco de la localidad sede de la diócesis, el padre Guillermo Gómez.
Durante la celebración que se concelebró con otros sacerdotes de la diócesis en Trenque Lauquen, Monseñor Ariel Torrado Mosconi brindó su testimonio de los testimonios que recogió sobre su figura. “No conocí al Padre Pedro en persona y, sin embargo, me ha llegado impresionándome, su testimonio de vida”, reconoció.
Sin embargo no dudó en remarcar algunas grandes virtudes espirituales que tenía el sacerdote, sobre todo las de su inmenso espíritu caritativo y sus testimonios sacerdotales y misioneros. “Tanto creyentes como no creyentes coinciden que su caridad era no declamada sino operante y, como una muletilla muy propia suya, era sin lugar a dudas un concreto…. Un amor concreto que se traducía en el respeto y delicadeza en el trato para con los demás.
Primero era el otro, se postergaba, buscaba conscientemente el último lugar. ..Era el primero en servir”, subrayó Torrado Mosconi.
Asimismo recordó su caridad hacia los pobres, los enfermos y los sufrientes. “Desde la acción de Cáritas en la ciudad de Nueve de Julio hasta su acción con los presos en Trenque Lauquen podemos anotar mucho en el “haber” de su caridad. Son innumerables los testimonios recibidos en este sentido. Por ejemplo, cuando sonaba el timbre de la casa parroquial y sabían que era alguien que venía a pedir comida o dinero, él saltaba de la mesa diciendo “es Cristo”, e inmediatamente salía a atenderlo. O sus visitas por la mañana para llevar las facturas que le daban en la panadería para los presos o no irse a acostar sin antes pasar a visitar los enfermos que estaban internados”
También destacó su acción eclesial que “floreció por todas las parroquias por donde pasó y su actitud ante el fenómeno de la religiosidad popular. “No se perdía peregrinación, casi no le quedaba santuarios por conocer y repartía rosarios y medallitas a manos llenas”.
No quedó al margen el profundo testimonio sacerdotal que se manifestó “a través de las numerosas vocaciones sacerdotales que despertaba y suscitaba, las que acompañó y alentó incondicionalmente”. En cuanto a su trabajo intenso misionero, el obispo remarcó que el Padre Pedro no era tal solamente “porque vino del viejo mundo sino porque para él no había límites, ni fronteras, “ni raya ni alambrado” para su misión sacerdotal… Caminador, andariego, viajero como el que más. Hasta me parece la plasmación “plástica” de esa expresión del Papa Francisco “callejear la fe” Me decían que había en él un gusto, una atracción y un entusiasmo que lo impulsaban a meterse en todos los ambientes, en ir hasta el último rincón, en buscar a los más alejados o marginados por cualquier motivo”.
“En el Padre hemos tenido un auténtico testigo de Jesús resucitado, de su evangelio y de su amor, porque lo predicó con palabras y lo llevó a la práctica en sus obras de misericordia” finalizó el obispo.
La celebración en Nueve de Julio
También en la Iglesia Catedral de Nueve de Julio, ciudad en la que permaneció durante veinte años, se celebró una misa en su memoria. Estuvo presidida por el cura párroco Guillermo Gómez, al que acompañaron el padre José Luis Rossi y el diácono Ariel Palanga. Allí los sacerdotes leyeron su testamento espiritual que se resume en tres palabras: gratitud, perdón y entrega (y al que se puede acceder a través del facebook de la Iglesia Catedral de Santo Domingo de Guzman).
Al final de la celebración el Padre Guillermo bendijo una placa que será próximamente enviada a Barcelona a los familiares del Padre Pedro, un hombre de Dios que dejó realmente su testimonio de vida con sus palabras pero, sobre todo, con sus acciones.
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