Sábado 20 de Abril de 2013
Dentro de la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia funciona un programa municipal llamado Provijo (Programa Vida Joven), conformado por tres operadores y una coordinadora, destinado a asistir a aquellos jóvenes que han incurrido en conductas ilícitas y que al presente transitan un conflicto con la ley penal.
Autoridades municipales y del Programa Vida Joven.
"De la observación de los datos recogidos por el programa, surge que el 60% de los delitos cometidos por jóvenes y adolescentes son contra la propiedad, en su mayor parte hurtos. Un 25% de los delitos tiene que ver con el consumo y la tenencia de drogas, que por lo general en jóvenes y adolescentes es marihuana. El otro 10% son delitos contra las personas, lesiones, y provienen de agresiones y peleas en la calle. Un 10% aproximadamente son ilícitos menores varios. Se aprecia entonces que el tipo de delitos que cometen los jóvenes menores de 18 años no son de los considerados graves" describió Luis Beraza, Subsecretario del área.
El programa es coordinado por Alba Atadía y funciona desde agosto de 2010; actualmente realiza entre 50 y 60 seguimientos mensuales. Según explicó Norman Collado, uno de los operadores de Provijo, la tarea "es acompañar y asistir al joven en su búsqueda de autonomía para insertarse en el mundo social, respetando sus intereses y considerando sus derechos, pero también sus obligaciones". La intención es que el joven piense que hay otras opciones, que el mundo ofrece otras posibilidades más allá de lo que es cometer una incivilidad.
También se habla con la familia y su entorno pues son chicos necesitados de mucho apoyo familiar: "Los padres se muestran preocupados, interesados y con voluntad de acompañar a los adolescentes una vez que se enteran que el joven cometió un delito", expresó Erika Vadillo, otra de las operadoras de Provijo.
"Los padres demandan nuestra intervención, ya que por lo general tienen dos o más trabajos y es poco el tiempo que comparten con sus hijos.
Algunos no saben como afrontarlo y se sienten en cierta manera frustrados, por lo se les hace difícil el acompañamiento", agregó.
No es fácil la tarea de Provijo y así lo resaltó Héctor Lescano, otro de los operadores: "La mayor dificultad es la falta de propuestas claras para su reinserción, hecho que rivaliza con el ofrecimiento que encuentran en la calle, con un alto porcentaje de ausencia familiar en una etapa importante de su desarrollo personal, y con la falta de un
lugar físico para trabajar en forma grupal con los jóvenes".