Viernes 1 de Julio de 2016
Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo.
Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jamás para él.
El 1º de julio de 1974 murió en Buenos Aires el entonces presidente, Juan Domingo Perón.
El pueblo argentino perdió un gran hombre de Estado. El continente latinoamericano y el mundo, un luchador incansable por la paz de los pueblos.
Con él, desaparece un gobernante excepcional, un soldado leal a las tradiciones de su patria, un abanderado de la justicia social y el reivindicador de los derechos de las clases populares.
Perón laboró activamente durante toda su vida para reforzar la causa de la unidad del Tercer Mundo contra todo designio hegemónico. Fue un célebre estadista y desplegó, en vida, positivos esfuerzos por la salvaguardia de la independencia nacional.
Fue la figura política más importante de la Argentina en el siglo XX. Por su carisma, sus dotes de estadista y porque supo aglutinar y movilizar a la opinión pública alrededor de su persona.
El general Perón jugó un papel trascendental en la vida de su pueblo.
Conoció el calvario y la resurrección y, el destino, le reservó la gloria de ser el restaurador de la democracia.
El 1º de julio de 1974 amaneció nublado; no era un día peronista. Los partes médicos alertaban sobre el inminente final para la vida del hombre que había manejado la política argentina desde 1945. Era el hombre que había transformado la Argentina, de país agrario, en industrial; de sociedad injusta en paraíso de la justicia social. Terminó con la disciplina social y les dio poder a los “cabecitas negras”.
Lo cierto es que, la política nacional, llevó su sello y como bien decía él mismo “En la Argentina, todos eran peronistas”, al menos, todos tenían ese componente.
Las calles se llenaron de lágrimas, flores y caras preocupadas. La frase más escuchada era “qué va a ser de nosotros”. Nadie se engañaba sobre los días que vendrían. La sensación de vacío político era proporcional al tamaño de la figura desaparecida.
Paralelamente, la historia, parece repetirse Esos temores de ayer, son los mismos temores de hoy. La historia es cíclica compañeros… indefectiblemente, cíclica.
Nos sorprende con una terrible sensación de abatimiento y tristeza, pero con un inconmensurable compromiso de volver a encauzar los destinos de nuestro país con la convicción de que, la doctrina peronista, no ha muerto con nuestro líder! Sigue viva en el corazón de los argentinos y seremos nosotros los continuadores de las bases de nuestro paladín de la historia. Mantengamos viva la llama de su recuerdo
“Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”.
Juan Domingo Perón.
Alberto Capriroli
Sec. Gral. Unidad Básica “Juan Domingo Perón”