Lunes 23 de Febrero de 2015
Publicación pedida por Ignacio Palacios.
A pocas semanas para el inicio de clases en la provincia de Buenos Aires nos encontramos ante lo que ha sido un continuo en los últimos años al acercarse esta etapa: gremios docentes en estado de alerta, reuniones paritarias sin resultados y un estado provincial que no se hace cargo de las cientos de escuelas que no se encuentran en condiciones para recibir a nuestros hijos al inicio del ciclo lectivo.
Lo que debería ser unos de los días que queden grabados en la memoria de nuestros niños que inician su escolaridad, donde quienes ya están recorriendo las distintas etapas de la educación se reencuentren con sus maestras y compañeros, donde vuelvan a adentrarse a las aulas para aprender y hacer propios aquellos saberes que los conviertan en ciudadanos libres y pensantes se transforma nuevamente en un momento de incertidumbre e indefinición.
Ya con un Calendario Escolar que marca el inicio del Ciclo Lectivo el 2 de Marzo nos vemos en la necesidad de preguntarnos ¿Comenzaran las clases realmente ese día?, ¿Se cumplirá con los días de clases estipulados o nuestros hijos volverán a perder jornadas de estudio victimas de un estado Provincial y Nacional que ha llevado al sistema educativo en uno de los “menos exitosos”?, ¿sera nuestra principal preocupación conocer a que gremio se encuentra afiliada “la seño” para conocer si adhiere a una jornada de reclamos a favor de la educación de los miles de jóvenes que se encuentran cursando los distintos niveles de la escolaridad; o podremos empezar a interesarnos por qué y cuánto aprenden nuestros niños en la escuela?
Un año 2014 donde escuchamos muchas críticas y pedidos sobre el Servicio Alimentario Escolar (SAE), que permite a los comedores escolares brindarle a los alumnos desayuno, merienda y almuerzo -en aquellas escuelas de régimen de doble jornada- nos deja la duda si este año la prestación de este servicio será acorde a las necesidades nutricionales de los niños o seguirá con los mismos déficits.
Las nuevas generaciones son el futuro de nuestro país y su formación debe ser una de las prioridades del Estado.
Es nuestro deber brindarles todas las herramientas que hagan de su paso por el sistema educativo una etapa de sus vidas que recuerden siempre y una formación de calidad que les permita desempeñarse como ciudadanos comprometidos, conocedores de sus derechos y obligaciones para con la sociedad de la cual forman parte.
Y es en este sentido que estamos obligados a trabajar. No podemos ni debemos seguir empeñando el futuro de nuestros hijos.