Jueves 7 de Enero de 2016
Nacho volvió de Temperley a mediados de 2012, después de haber jugado un año a préstamo.
A él todos lo conocíamos, en Inferiores siempre era el flaquito talentoso que jugaba bien. Recuerdo una de las primeras prácticas, fue un táctico uno contra uno, un ejercicio muy intenso. Después de ese ejercicio, me junté con mi cuerpo técnico y les dije: “Este pibe conmigo no juega un minuto”. Me quedé pensando y decidí encararlo.
Y le dije que con jugar bien no alcanzaba, que tenía que correr, esforzarse, ayudar a sus compañeros. Y lo hizo. Entendió que si él daba una mano, el equipo iba a recuperar la pelota mucho más cerca del arco rival.
Pardójicamente, era correr más para correr menos. Y a partir de ahí tuvo un crecimiento muy imporante, tanto que primero se ganó la titularidad, terminó siendo un jugador clave en el equipo que logró el ascenso un año después y ahora se convirtió en uno de los líderes de un Gimnasia ya consoliado en Primera. Nacho es un jugador habilidoso e inteligente, y además tuvo la virtud de saber agregarle cosas a su repertorio. Y seguramente seguirá creciendo.