Viernes 7 de Febrero de 2014
Por Marcelo Carta / Publicado en “Clarín Buena Vida”.
Tratamientos presuntamente definitivos, blanqueamientos, fundas y carillas bajo la lupa de un especialista. Los resultados deseables, más allá de las modas.
En la odontología en general -al igual que en la medicina- no existen tratamientos “definitivos”. Se trata de una palabra comúnmente mal utilizada. Tampoco se puede generalizar sobre métodos buenos o malos ya que en determinadas circunstancias un procedimiento no convencional puede actuar correctamente.
Lo que sí funciona siempre es el criterio del profesional para analizar cada caso en particular y no usar la técnica aprendida de moda para todos los pacientes.
Al saber que malos tratamientos no son definitivos, lo primero es conversar con el paciente y decidir costos y beneficios de lo que se decida hacer.
Conocido esto, se pueden realizar procedimientos no definitivos, pero que después de unos años involucren un simple recambio y no la pérdida o daño importante de la pieza dentaria o de tejidos blandos o hueso.
Cuando el paciente es joven hay que buscar la manera de usar técnicas conservadoras. Es como si fuéramos un gato que tiene 7 vidas y uno le quita cinco de golpe.
La idea central y final es tener en cuenta que la expectativa de vida es mucho más alta y hay que buscar que el paciente llegue a la vejez con dientes o prótesis fijas. Por eso, hay que respetar los tiempos y no ser agresivos.
Los argentinos siguen una moda impuesta desde los Estados Unidos. Hace 30 años, había tres corrientes en estética: una italiana (hiperrealista, que imitaba a la perfección los dientes reales), una suiza (intermedia, un poco más artificia, pero más linda) y una estadounidense (muy artificial, con dientes grandes y muy blancos).
Todo asociado a una supuesta mayor simpatía y seducción clave en los negocios y la vida. Con el tiempo y un poco también con Hollywood de por medio, ésta se impuso y por eso es muy demandada, pero no es sólo un problema local.
En blanqueamientos hice un testeo con 614 casos al costo para chequear variantes. Simultáneamente, han surgido estudios de investigación que muestran daño al esmalte si se observa con un microscopio electrónico. Por lo tanto, a los pocos meses, el paciente vuelve a tener los dientes amarillos y peores.
Los métodos químicos lesionan las partículas blandas existentes en el esmalte, la argamasa que une la hidroxiapatita del esmalte.
Los blanqueadores son peróxidos, como el agua oxigenada, que liberan urea o otros productos sobre la superficie del esmalte.
En cuenta a las fundas y carillas, no simpatizo con las carillas ya que es difícil lograr una buena estática por la delgadez, obliga a usar cementos fácilmente filtrables y las uniones quedan en lugares de muy difícil acceso.
Además, en la mayoría de los casos hay que agrandar los dientes que las usarían y si se alarga el frente de un diente es como poner un vidrio sin nada atrás que lo contenga. Se rompe.
La última generación de porcelanas se usa sin metal y se confeccionan por escaneo, computación y robótica. Son muy superiores, pero también más caras sobre todo si el técnico es de primer nivel.
* El autor es médico odontólogo, especialista en implantes, miembro de la Academia Internacional de Implantología y Periodoncia.www.facebook.com/mjcarta.