Viernes 19 de Junio de 2015
Se confirma el embarazo, se calcula la fecha probable del parto y las semanas del embarazo al momento de la consulta.
Esto es importante para poder verificar, en los siguientes controles, si el crecimiento del bebé está de acuerdo con el tiempo de embarazo.
Se registra el aumento de peso y se mide la altura. Este dato permitirá saber, en futuros controles, si el aumento de peso de la madre es el adecuado. Se estima que en un embarazo saludable la mujer puede aumentar hasta 12 Kg. Aquellas con obesidad o sobrepeso previos, hasta 7,5 kg.
Se solicita análisis de sangre y orina. Esto permite prevenir o detectar si hay anemia –una disminución de los glóbulos rojos en la sangre- o infecciones urinarias.
Se indica un examen de la dentadura. En los primeros meses del embarazo es imprescindible una visita al dentista para cuidar que los dientes estén en buenas condiciones. De esta manera se pueden evitar posibles infecciones. Por otra parte, la demanda de calcio que implica la gestación hace que la dentadura sea muy vulnerable a las caries. Se recomienda que la embarazada se cepille los dientes dos veces por días como mínimo.
Se controla la presión arterial y el pulso. Los signos vitales maternos dan cuenta al profesional de cómo el organismo materno se ha adaptado al nuevo estado.
Se aconseja sobre la toma de hierro, ácido fólico y vitaminas. La dieta habitual de la embarazada, aun en los mejores casos, es incapaz de proveer una cantidad de hierro tan elevada como la requerida en el segundo y tercer trimestre del embarazo. Por eso la administración suplementaria de hierro es una práctica reconocida para evitar la anemia.
Se le administra a la madre ácido fólico, para favorecer el desarrollo normal del bebé. Lo ideal es que se comience a tomarlo desde antes de quedar embarazada. De allí la importancia de la consulta preconcepcional .
Se aconseja sobre una buena alimentación. Una alimentación completa y variada resulta fundamental para la salud de la madre y el crecimiento del niño. El
Equipo de Salud aconseja sobre el mejor aprovechamiento de los recursos para lograrla.
Se mide la panza para saber cómo crece el bebé. Una buena alimentación de la mujer embarazada favorece un normal crecimiento del bebé. Mes a mes el profesional, con una cinta métrica llamada “cinta obstétrica”, controla el crecimiento por encima de la panza.
Se solicita una ecografía. Una primera ecografía permite confirmar la edad gestacional. Luego se solicita otra ecografía, en la segunda mitad del embarazo, para controlar el crecimiento del bebé.
Se previenen posibles enfermedades. El control es un espacio que le permite a la embarazada y a su pareja informar al profesional sobre cualquier síntoma que reconozca como distinto a lo habitual. De esta forma podrá quitarse las dudas y colaborar en la detección de enfermedades.
Se brinda información sobre el parto. El control del embarazo es el momento ideal para informarse sobre todo lo que puede ocurrir en el momento del parto.
Para ello, en muchos Centros Asistenciales, se les solicita a las embarazadas y sus parejas que asistan a charlas informativas. Allí se aclaran temas como el inicio del trabajo de parto, cuándo internarse, cuáles son los signos de alarma, cuándo hacer una consulta oportuna, etc.
Se prepara a la futura mamá para una lactancia exitosa. La información sobre cómo amamantar y cuál es la mejor preparación para una lactancia exitosa, también deben ser impartidos por el profesional que controla el embarazo. El cuidado de las mamas y el conocer el modo correcto de amamantar, son condiciones que favorecen el éxito y, por lo tanto, un bebé bien nutrido.
Se indican las vacunas necesarias. La dosis anual de la vacuna de la gripe y una dosis de triple acelular luego de las 20 semanas de gestación. Si la embarazada no tenía ninguna dosis de la vacuna antitetánica además recibirá un refuerzo de la doble bacteriana.
Se registran todos los datos y recomendaciones en el carné perinatal o libreta sanitaria. Esta libreta es la herramienta fundamental de un buen control del embarazo.
La mamá debe llevarlo consigo siempre que asiste a una consulta y se interna para dar a luz. El profesional anota en él los resultados de los controles y sus indicaciones para la madre.
Esta información es de suma importancia porque permite que un nuevo profesional, ante cualquier consulta o momento del parto, conozca todo lo que aconteció durante el embarazo.
Después del nacimiento, se lo deben devolver a la madre al salir de alta de la maternidad, para que lo lleve en las consultas posteriores al parto.