Sábado 3 de Abril de 2021
Celebración del Jueves Santo: Homilía del Obispo Diocesano
Celebrar la cena del señor nos introduce en el misterio de lo que significa la vida cristiana. Se trata de tres dimensiones que son esenciales al seguimiento de Jesús.
En primer lugar ser peregrinos. Esto es, tal como Dios le indica a Moises que debe ser la comida pascual, estar ceñidos, con las sandalias puestas y con el bastón en la mano.
Dispuestos siempre a que Dios nos vaya indicando un nuevo camino, como creyentes somos nómadas en esta vida, no sedentarios. Debemos estar siempre dispuestos a ponernos en camino hacia nuevos desafíos que se nos presentan.
Tantas situaciones que de repente cambian nuestra vida, una enfermedad, una muerte, un fracaso en nuestros proyectos o nuevas oportunidades que se nos abren en nuestra vida profesional, en fin, estar abiertos a los cambios que Dios quiere o permite en nuestra existencia.
También esta pandemia que vive la humanidad es un desafío que nos abre a cambios que nos han desestabilizado y nosotros debemos responder con generosidad y creatividad espiritual.
La segunda dimensión de la vida cristiana que nos enseña hoy la liturgia al recordar la última cena es el servicio.
El Maestro nos enseña a ser servidores de rodillas ante nuestros hermanos que estemos dispuestos a lavar los pies de nuestro prójimo. No vamos a poder salir adelante de esta situación crítica que estamos atravesando por la pandemia si no comprendemos que debemos ser servidores los unos de los otros.
La tercera dimensión de nuestra vida cristiana es ser eucarísticos. ¿De dónde vamos a sacar las fuerzas para seguir peregrinando y no bajar nuestros brazos en el servicio?
Sólo comiendo del Pan de Vida encontraremos las fuerzas.
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