Sábado 13 de Febrero de 2016
Fragmentos de la homilía pronunciada por el Obispo Diocesano, Mons. Ariel Torrado Mosconi.
Hoy miércoles de ceniza damos inicio a esta cuaresma del año de la misericordia. El Santo Padre Francisco nos ha llamado a ahondar en este abismo del misterio del amor de Dios.
Se trata de crecer en la experiencia de saber y gustar que Dios no solo nos ama con un amor providente de Padre sino que también nos cuida con verdaderas entrañas llenas de la ternura de una madre.
Es que Dios se estremece de amor por nosotros pequeños y pecadores.
Esta experiencia nos ha de llevar a una confianza plena en su amor incondicional pese a nuestros defectos, miserias y pecados.
Es hermoso saber que Dios nunca nos rechaza al mirarnos, porque su mirada misericordiosa nos purifica y el fuego de su amor quema nuestras culpas.
Esa conciencia del amor misericordioso debe llevarnos a ser testigos y misioneros de su misericordia. El Señor la ha tenido con nosotros, para que también nosotros seamos misericordiosos con nuestros hermanos.
¿Con quiénes? Sin duda, con nuestro prójimo. Con todo aquél hermano pobre y necesitado que está a nuestro lado.
Por ello, ante todo debemos abrir los ojos para advertir su presencia y reconocer la carne de Cristo en los pobres. Dejar que esa presencia nos interpele; y acercarnos, vendar las heridas, llevar el consuelo y aliviar el dolor de todo sufrimiento humano. Por ello, éste es el tiempo de la misericordia.
Que con la práctica de las obras de misericordia espirituales y corporales podamos servir y honrar la carne lastimada, flagelada y crucificada de Cristo que clama hoy desde nuestros hermanos más necesitados y sufrientes.
