Martes 25 de Agosto de 2020

¿decadencia de la lengua española?

La Educación online impuesta por el coronavirus

Vivimos en un momento en que la Tecnología es una realidad pujante, pero nuestros conceptos en general, y singularmente en lengua española, no están a la altura de las consecuencias que derivan de su existencia, de su sofisticado poderío.

Pocas cosas, en nuestro mundo contemporáneo, han sufrido cambios tan profundos como la educación y la enseñanza de la lengua castellana, hoy en día la educación y tecnología van de la mano y que cada vez los alumnos buscan solucionarios en Internet y en los últimos años las guerras lingüísticas han ido creciendo: en 2015, por ejemplo, la RAE cambiaba la acepción de gitano como “trapacero” después de una lucha sin cuartel inaugurada por la Fundación Secretariado Gitano. Pasó así a incorporar una nota de uso que advierte del significado “ofensivo y discriminatorio” de esta acepción. Este año prometió estudiar la modificación del término “negro” a petición de la Red Española de Inmigración, porque entre sus acepciones se encontraba la de “esclavo literario”.

El problema es que a lo tecnológico se le suma otra desigualdad, la que provoca las diferencias entre quienes tienen familiares que les pueden asistir con el acceso a Internet por ejemplo a los libros de primaria de SM Savia, y quienes no. 

En otros casos las vidas de muchas personas están tan completamente saturadas de tecnología digital que la distinción, en su día evidente, entre online y offline ya no hace justicia a una situación en la que internet está por definición siempre encendida. De hecho, a menudo observamos que las jóvenes generaciones son incapaces de hablar de internet como una entidad diferenciada. La actividad online forma parte de sus vidas desde que nacen y por eso la consideran un requisito básico de la vida moderna, casi tanto como el oxígeno, el agua o la electricidad. 

Sin duda que ninguno desea la decadencia de la lengua española, porque todos creemos en sus posibilidades. Pero la prueba de fuego estará en su capacidad de pensar las nuevas realidades que la tecnología traerá consigo. Digo pensar porque creo que el problema es más amplio que el de una terminología suficiente. Es necesario reparar en que la tecnología digital está socavando las bases de algunas de las categorías epistemológicas mejor asentadas en la tradición occidental.

Bastará un ejemplo para aseverarlo: la distinción original-copia (en la que se basa nada menos que la idea de verdad) pierde completamente su sentido en el mundo digital, un entorno lógico y tecnológico en que realidad e imagen son por completo indiscernibles, tanto como los son dos números idénticos. Por otro lado, y como consecuencia de su propia pujanza, el tipo de sistemas que permite el mundo digital está haciendo casi inevitables confusiones entre ideas tan dispares como la de información y la de saber. 

La lengua, en su forma más natural, es nuestro modo principal de pensar, es el instrumento del saber más espontáneo y común. Cada lengua se forjó en un duro bregar con el mundo, con los distintos panoramas de la experiencia humana. Nadie podría poner el menor pero a la lengua española desde ese punto de vista, porque, sin duda ha sido capaz, de pensar con toda su maravilla no sólo uno sino varios mundos. 

El gran riesgo del español de hoy y de mañana es quedar convertido en una lengua válida tan sólo para la comunicación interpersonal, para la palabra que nos decimos unos a otros, una lengua de comunicación, de expresión, una lengua tan rica como se quiera pero incapaz de nombrar las realidades nuevas de las que el mundo se llena cada día.
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