Viernes 15 de Febrero de 2019
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Las obras y su ejecución hacen la diferencia
En estos últimos tiempos, y con el correr de los años de democracia que los argentinos hemos sabido transitar, los vecinos han sido parte de la transformación del verdadero rol del Estado, y a su vez sobre su rol protagónico frente al mismo.
Lamentablemente, en el sentido contrario al que avanza este concepto más claro sobre la función del Estado como ejecutor de políticas públicas con fondos que claramente provienen de los tributos que paga cada vecino, ciertos sectores de la clase política, sin escrúpulos y con cierta bajeza, intentan confundir y sacar rédito de cuestiones que, afortunadamente, quedan en claro con apenas un par de segundos de reflexión.
Se han leído por estos días, en el orden local y por parte de una concejal de la oposición, críticas a la ejecución de obras de mantenimiento en un Jardín de Infantes de nuestra ciudad, a través de los recursos provenientes del Fondo Educativo; marcando que el arreglo de ese edificio (que es uno de los más de 30 edificios que se arreglaron en esta gestión) es gracias a una ley sancionada durante la administración que encabezó Cristina Fernández de Kirchner.
Naturalmente es así, es el cumplimiento de una Ley, que como tantas leyes establecen fondos específicos: Como norma general es la inversión de parte de lo recaudado en impuestos en obras que hacen a mejores condiciones edilicias, y en este caso para que la educación de los niños se desarrolle en un ambiente acorde a las necesidades.
Pero hay una diferencia que no se quiere ver, o lo que es peor, se omite deliberadamente.
La misma está dada por el cumplimiento de uno de los preceptos que ha fijado Cambiemos desde el primer instante de su gestión: “Haciendo lo que hay que hacer”; cuestión que se podría traducir más al llano señalando que los recursos obtenidos de los impuestos que los vecinos pagamos por distintos conceptos sean destinados a obras palpables y tangibles, que las leyes sean respetadas y no meramente expresiones de deseos. Qué distinta sería la realidad de nuestra infraestructura abandonada por décadas, en todos los niveles y en todo el país, si la mera sanción de una ley hubiese generado la concreción de obras, o más aun hubiese impedido una descabellada corrupción en desmedro de obras que nunca se hicieron.
Omite quien critica que, el sector político al cual representa se caracterizó por promocionar garndilocuentemente obras que generaron esperanza y expectativas en los vecinos, y que luego se han convertido en promesas flotando en el aire, generando desilusión y desesperanza.
No dicen quienes se erigen como esclarecedores de una realidad que todos ya conocen que en nuestro distrito abundan ejemplos de obras –que también se financiaron con los impuestos que todos afrontamos-, que nunca se ejecutaron en diferentes administraciones del signo político al que representan, borrando con el codo lo que habían escrito con la mano o en una ley.
Podemos hablar de accesos a localidades, que figuran pavimentados y hasta repavimentados y que nunca se ejecutaron; por poner solo un ejemplo; y agregar una larga lista de promesas incumplidas en el orden provincial o nacional con recursos que se esfumaron en el aire, o en bolsos y bóvedas.
Detectar las necesidades, actuar en consecuencia de ellas con obras y realidades concretas es administrar; y justamente para ello se elige a un gobierno, para administrar los recursos de un municipio, una Provincia o una Nación.
La diferencia, como quedó dicho, está entre la promesa efímera y engañosa y el seguir “haciendo lo que hay que hacer”.
Paolo Barbieri.
Secretario general del municipio
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