Viernes 22 de Diciembre de 2017
La vida a veces nos sorprende con noticias muy dolorosas, como la muerte de un ser querido. Con Rubén fuimos amigos de toda la vida, más que amigo era mi hermano.
El barrio, la escuela, el club, los interminables partidos de fútbol en los arenales de la Avenida Garmendia, cuando Salvador, su padre, nos prestaba la pelota después de los partidos; forman parte de una historia que escribimos con nuestras vidas. El recorrido que hacíamos todos los días hasta la Escuela número uno, es un álbum inolvidable de anécdotas que quedaron grabadas en nuestros corazones. Era un sanmartiniano de alma y le debemos mucho de lo que hoy es la institución, por la visión de futuro que tuvo en algunas decisiones en una época turbulenta y difícil, cuando había que jugarse por cosas muy importantes. Fue presidente en los años 94 y 95 y supo ser un celoso custodio de los bienes morales e institucionales de nuestro querido San Martín.