Sábado 22 de Junio de 2013
Publicación pedida por Margarita L. López.
Estado en el que se encontraba el perro luego varios días de su muerte.
Hace aproximadamente unos diez días, una noche me pareció ver a la vera de la calle un perro negro como durmiendo en una tarde calurosa de verano. A la madrugada, al pasar por el mismo lugar, comprobé que el pobre animalito yacía muerto, víctima ocasional de la densa niebla de esos días o de su propia o ajena imprudencia de cruzar la calle sin mirar.
Lo que más me sorprendió que pasaban los días -paso cuatro veces al día por esa esquina-, y su cuerpo seguía allí. Ud. señor lector, pensará que es una calle de tierra perdida entre los barrios de Ciudad Nueva. Error. Como muestra la segunda foto, el lugar es la intersección de Monteagudo y Alte. Brown, a apenas 100 metros del Jardín 915, la Plaza Héroes de Malvinas, y uno de los lugares más transitados día y noche por los vecinos de la zona.
Llamativo porque el día que apareció el perrito muerto, funcionarios municipales estaban recorriendo los barrios. Seguramente no prestaron atención.
Los días de frío permitiron que el perro en cuestión no emitiera los olores nauseabundos de rigor en estos casos, pero el espectáculo no era para nada grato. Pasaron varias heladas, lluvias, hasta que por fin la muerte comenzó a mostrar su acción demoledora. Se hinchó, se secó y en estos dos últimos días, empezó a despedazarse.
Nadie se apiadó del aninal, ni de los que desviaban su camino para no verlo.
Ayer, que la temperatura fue un poco más cálida, el perro se podía oler...
Por eso cuando vi que todavía estaba allí sin que nadie hiciera caso a su presencia, paré y con mi celular saqué estas fotos.
Grande fue mi sorpresa, más avanzada la tarde cuando volví a pasar por el lugar y estaba enterrado en un montículo de hojas y tierra en el mismo lugar. Tal vez habrá sido un vecino afectado por el olor o el mal espectáculo.
Lo cierto es que no es la primera vez que aparece un perro muerto a la orilla de la calle, lo que sí me produce malestar es que esté a la vista de todos y nadie se haga cargo. Máxime en un lugar tan visible y concurrido.
También he visto casos de algún vecino que abandona un perro muerto en algún lugar alejado, tal el caso de las inmediaciones del basural. Una vez denuncié en Servicios Públicos, varias veces, uno en esa zona. Resultado: si buscan en los pastizales del lugar donde lo dejaron hace más de un año, todavía se puede encontrar alguna pelusa de su pelaje.
Si bien son animales, no es grato convivir con sus restos, ni con el olor, ni con todo lo que pasa después de su muerte.
No sé si puede ser fuente de contagio de alguna enfermedad, pero sí no es grato ver las moscas realizar su tarea y menos ver cómo se va destrozando su cuerpo.
Tampoco me queda muy claro quien debería hacerse cargo del retiro del animal, si quien lo mató, los vecinos a los que les quedó en el frente o algun área municipal. Lo cierto es que esta desidia no debería existir.
Margarita L. López