Jueves 13 de Enero de 2022
Por Eddie J. Cubiles.
En 1956, diciembre para ser preciso, llegué a 9 de Julio. La primera impresión de la ciudad fue favorable y en marzo, el primer día de ese segundo año de bachillerato, se me acerca un chico. Teníamos 13 años, me da la bienvenida, me invita a compartir pupitre en la vieja Escuela Nacional de Comercio. A partir de allí, comienza una relación de 65 años con Carlitos Pettinari. Como no podía ser de otra manera, marcada por su invencible generosidad, su mano tendida al foráneo recién llegado. Compartimos todo el secundario, inseguridades juveniles, encuentros en la cuarta división de Once Tigres, asaltos y fiestas femeninas de 15 años. También la emoción del egreso, su elección por aclamación de sus compañeros, incluido el que firma esta nota, en el homenaje de graduación que los rotarios hicieron al mejor compañero en el Teatro Rossini.