Miércoles 30 de Octubre de 2019
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Raúl Alfonsín
El sólo nombrarlo trae a la memoria los días vividos. Los de alegrías inenarrables y también los más tristes. Los trágicos, cuando el mesianismo nos había arrancado la referencia y nos ponía ante una terrible disyuntiva: seguir o cuidarnos, olvidando lo que Sergio Karakachoff nos decía: el compromiso es para toda la vida. Ese día estuvo con nosotros. También Conrado Storani.
Tomamos sus presencias como una ratificación de su compromiso político. Hoy, a la distancia, se siente como si hubieran llegado para decirnos: sigan, que no estarán solos...
Y no estuvimos solos. Nos acompañó toda la vida.Tuvimos una muy especial relación. Siempre le dijimos lo que pensábamos. Siempre nos dijo lo que pensaba. No siempre coincidíamos. Siempre nos respetó. Y siempre lo respetamos.
Enfrentábamos el malevaje asesino de los militares, pero también a los ultras. Siempre decía: mientras haya una sola posibilidad no violenta para recuperar a la democracia, ése debe ser el camino. Mentiría si dijera que no nos tentamos más de una vez. Era tanta la barbarie...
Después ganamos, un 30 de octubre como hoy y vivimos una experiencia intransferible. Ser parte de un gobierno que iba a transformar la realidad. Los números dicen que no se logró. La historia dirá que Raúl Alfonsín sentó las bases de una democracia para todos los tiempos. Y todos llevamos para siempre, con un profundo orgullo, ese especial sentimiento por haber participado y sentirse protagonistas...
Nunca nadie hizo más en defensa de los derechos humanos. No hay antecedentes. Y lo hizo cuando los que descolgaron cuadros se negaban a integrar la CONADEP... Y son tan infames que no lo recuerdan ni lo nombran los 24 de marzo... El orgullo de haberlo acompañado no se puede transferir.
Fue un símbolo de lo que significa el compromiso. A lo largo del tiempo se va aprendiendo lo que eso representa: un total desprendimiento, a veces hasta egoísta. Los políticos son, a veces, justamente criticados. Pero a la política la atacan porque constituye la actividad más sana y trascendente que puede realizar el ser humano. Los que la atacan saben que sólo con ella es posible la transformación. Y la critican porque son los que quieren que todo siga igual. O que cambie para su propio beneficio...
Hoy, cuando parece que la corrupción y la mentira han llegado para quedarse su recuerdo tiene la coherencia de siempre: más libertad, más democracia, más educación, más justicia social.
Nos costó entenderlo cuando pactó. ¿Por qué lo hizo? Con una paciencia infinita, Alfonsín lo explicó una y otra vez, y lo dejó por escrito en un libro imprescindible para los jóvenes, que se llama “Memoria política”. Deberían leerlo todos...
Alfonsín también transgredió. Transgredió mucho más de lo que muchos imaginan, en un momento en donde nadie transgredía nada.
La derecha lo odiaba. La Sociedad Rural le dio vuelta la cara en Palermo. La Iglesia Católica le hizo la vida imposible por la ley de divorcio.
Se jugó siempre. Tuvo claro que lo único que no era negociable era la democracia y la separación de poderes.
En esto también dejó enseñanzas: “si la sociedad se hubiera derechizado – escribió, mal que les pese – lo que tiene que hacer la Unión Cívica Radical, en todo caso, es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora”.
Raúl Alfonsín fue un imprescindible. Un hombre que por méritos propios, por tenacidad, por patriotismo y por nobleza, tenía la talla de un estadista.
A 72 horas de haber asumido la presidencia de la Nación, con las Fuerzas Armadas intactas, con los servicios de inteligencia intactos, con la estructura del genocidio en su lugar, firmó el decreto de enjuiciamiento a las juntas militares y a las cúpulas guerrilleras. El NUNCA MAS fue un ejemplo para el mundo, un caso sin precedentes.
No descolgó cuadros del Colegio Militar, no vociferó contra gente impotente, no cazó leones en el zoológico. Este es el Alfonsín que todos recordamos. El que siempre recordaremos. Un hombre que refundó la esperanza. El hombre que fundó la democracia argentina.
Ojalá que alguna vez aprendan la lección.
Y aprendan que un ESTADISTA es un hombre que dijo, hizo y dejó lo que dijo, hizo y dejó Raúl Alfonsín.
Un nombre que sabe a libertad. Y a compromiso con ideas y principios radicales que no se negocian...
Julio Fernández Cortés
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