Lunes 11 de Noviembre de 2013

Día Mundial de la Paz: Reflexiones

La paz es un fenómeno cultural del hombre y es también un don de Dios.

La paz llega al mundo a través de cada uno de nosotros, los que viven con envergadura su tiempo, transmiten paz, son los hacedores de la paz y tenemos que jugarnos cada uno y hacer que nuestras  comunidades crezcan con gente así, sean profesionales de altura o sean obreros, no importa, “hacedores de la paz”.

Cuando no hay un horizonte de envergadura para el hombre, el hombre se vuelve en contra del mismo hombre.

Hoy, más que nunca, está vigente el NO a la violencia Sí a la paz.

La paz no es algo que puedan construir los hombres por sí solos, sino que es un don que Dios da a la historia, un don que hay que saber acoger y poner como valor supremo en la historia para que realmente pueda ser fecundada, por eso la paz es posible, porque es un don de Dios. Pero la opción por la historia fundamentalmente es una opción de fe.

La paz es posible, y a través de la paz alcanzar el equilibrio, la felicidad y el desarrollo en todo sentido para los grupos humanos, pero hay que crear los condicionamientos de la paz, pero esos condicionamientos deben contribuir a fecundar la paz.

Sólo la civilización del amor puede desplazar la civilización en la cual vivimos, que es la civilización de la envidia, de la competición, la venganza, el desenfreno, la desconfianza, etc.. Por eso, la opción fundamental de estos tiempos que señalará la historia de los años que vienen, es una opción por los condicionamientos de la paz, para que Dios pueda construir, en medio nuestro, loa paz como equilibrio pleno de todos los factores sociales, en acción o en orden individual.

La paz interior  es la resultante de todas las dimensiones de la persona dándose y funcionando a pleno, por eso es necesario reflexionar sobre la paz, para ver si es posible ir creando esa cultura o civilización del amor que faculte los ulteriores condicionamientos sobre la paz.

La idea de la paz va ganando terreno, pero siguen existiendo situaciones de injusticia y de falta de libertad que generan violencia y no solamente la injusticia de los que mueren de hambre o la libertad de los que están en las prisiones, sino todo tipo de injusticias que llegan incluso a los estratos más altos de la sociedad.

El hombre maduro, el hombre de hoy, tiene una psicología de violencia que se manifiesta sutilmente: la violencia privada, la violencia económica, la violencia de los intereses políticos, la psicología de la violencia que se ve en la venganza para arreglar cuentas, la venganza de la sangre, la educacional, la venganza profesional que realmente crea toda una cultura que afecta desde los más altos estratos hasta el ama de casa que siembra violencia en el supermercado o en la panadería.

La violencia pasional o cerebral  se ve en la decadencia de la conciencia moral, la sexualidad presentada como una liberación cuando en el fondo es una nueva y sutil esclavitud en cuanto que destruye la capacidad de las personas para amar. La violencia del aborto, del decir no a la vida, que está lamentablemente legitimada en muchas conciencias hasta incluso nuestros protocolos sociales que consideramos tan honestos, están absolutamente prostituidos, porque “la nena quedó embarazada qué va a decir la gente de nuestra familia”. Por ese falso sentido del honor se cae en la violencia y se crea la cultura de la muerte que es la antítesis de la cultura de la paz.

Lo que amenaza la paz del mundo no es la guerra, es este tipo de violencia porque es mucho más sutil y está calando cada vez más hondo en la cultura de los pueblos.

A la guerra se la teme por sus consecuencias, pero a esta psicología de violencia se la potencia, y, estamos todos en actitud de guerra o sea en la civilización de competir, de buscar, de crecer, de escalar, de tener, de hacer absolutamente imposible toda alternativa de paz presente o futura, a corto o a largo plazo.

Por eso hay que ir al hondo sentido de lo que es la paz, la paz se identifica con la vida; como una planta cuando crece necesita una serie de condicionamientos: tierra buena, humedad, calidad de la semilla, sol…es decir, una serie de elementos que si se dan surge la vida en plenitud. La paz es eso, es el contexto de la vida que como el oxígeno, de acuerdo a la cantidad de oxígeno que haya en el aire funciona mejor nuestro cerebro. Por el contrario, todo nuestro organismo se empobrece si el oxígeno disminuye,

Decir sí a la paz es decir sí a la vida, por eso, la opción por la paz es la opción por la vida y la opción por la violencia es la opción por la muerte. El sí a la paz es el sí a la vida

Tenemos que estar atentos porque la civilización violenta ha tenido el cuidado de presentar rostro de paz y entonces nos parece que vivimos en paz pero estamos sumergidos en sutiles violencias y nos vamos destrozando unos a otros, haciendo estéril cualquier esfuerzo por una paz auténtica.

La juventud es el sector más vulnerable de la sociedad, de modo tal que si la violencia genera violencia, de no darse un cambio, las generaciones futuras serán más violentas que nosotros; pero al mismo tiempo son la gran esperanza. A ellos les decimos: Descubran la fortaleza de la fe y hagan una opción de vida de tal calidad humana que sean realmente hacedores de la paz y hacedores de un mundo distinto del nuestro. Digan NO a esta cultura que tenemos los adultos y busquen una opción mejor que esta que la generó este mundo. Superen la tentación de reñir y la vanidad nociva de la falsa competición.  Traten de trabajar por el autodominio, sean dueños de la propia vida.

Jóvenes: Nosotros confiamos en ustedes, sean capaces de ir viendo los valores y aglutinarlos: la amistad, el no ser orgullosos, vanidosos, no caigan en la trampa. Gocen de la juventud, pero en un sentido hondo, no se acostumbren a obrar con un interés egoísta, copiando los males de la sociedad actual; superen las tentaciones de la venganza, del machismo, de la euforia, de “yo te rompo la cara”. Ustedes tienen que sembrar un mundo distinto del que estamos viviendo, porque quizás son los únicos o los principales que lo pueden hacer; ya que el joven crece o se deteriora, aporta a un mejoramiento del mundo y por lo tanto a la paz o a un deterioro y a la violencia.. Sepan que tienen un mandamiento nuevo –nuevo porque lo tenemos pero no lo usamos-, el mandamiento del amor, hemos hablado mucho pero todavía no lo hemos aplicado, practicado, ni hemos construido la civilización del amor.

Adultos: Analizando estos fenómenos de violencia que vivimos, no nos olvidemos de nuestra propia violencia, hay una tarea para nosotros también, confrontar en el corazón y hacer una crítica sincera de la vida de cada uno y desde esa crítica sincera de su vida hacer una opción por la paz. Que la última palabra en nuestras meditaciones la ponga el sentido común y el amor a la vida digna de vivirse.

Club de Leones

9 de Julio: 10/11/ 2013.


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