Lunes 6 de Agosto de 2018
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¿De qué están hechos los policías?
¿Quién no necesitó alguna vez de un policía? ¿Quién no se sintió con él/ella seguro y protegido? ¿Quién no reconoció, de la verdad, mejor testigo? ¿Quién, en silencio, no admiró su valentía? Pregunto: ¿La sangre del policía seca pronto?
Un policía es una mezcla de lo que son todos los hombres; una mezcla de santo y pecador, de barro y divinidad... Menos de la mitad de 1% de los policías no hacen honor a su uniforme. Entre todos los hombres él es a la vez el más requerido y el más rechazado. Tiene que ser tan diplomático como para zanjar diferencias entre individuos de tal modo que cada uno de ellos sienta que ha resultado favorecido. Pero si un policía es amable, es un picaflor; si no lo es, es guaso.
Tiene que saber respiración artificial, detener una hemorragia, entablillar fracturas y, sobre todo ingeniárselas para que la víctima vuelva a su casa sin renguear o prepararse para recibir una demanda judicial. Debe conocer todas las armas, disparar en plena carrera y dar donde no dañe. Tiene que ser capaz de batirse con dos hombres del doble de su talla y de la mitad de su edad sin arruinar su uniforme y sin ser brutal. Si usted le pega a él es un matón, si él le pega a usted es un cobarde... Tiene que saber dónde se oculta el delito y no participar. Debe perseguir hasta el fin a bandas de vagos, perder diez noches para echarle el guante a un testigo que sabe lo que pasó, pero se niega recordar. Un policía debe ser un sacerdote, un asistente social, un diplomático, un muchacho de buenos puños y un gentleman y por supuesto, tiene que ser un genio para alimentar y vestir a una familia con el sueldo de un policía.
Julio Esteban Torres DNI 4.699.595
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