Miércoles 27 de Enero de 2016
MAR DEL PLATA.- Ignacio Fernández se llevó una muy buena sensación de su debut en la victoria sobre Boca por 1-0, en el primer superclásico del año. Y también se llevó dos souvenirs. Uno de ellos fue la copa que los organizadores del torneo de verano le entregaron por considerarlo el mejor jugador de la noche.
El otro, un raspón del tamaño de una sardina. El trofeo, confiesa el volante en el subsuelo del hotel de Playa Grande, donde armó su búnker River, no está muy claro dónde quedó: “Me parece que se lo llevó mi familia, que vino a verme a Mar del Plata. O capaz que está acá arriba, en la habitación”.
Pero en el caso del segundo recuerdo que le dejó el encuentro más accidentado y polémico de la pretemporada, es fácil saber dónde está: basta con mirarle la canilla derecha. “Me lo hice en una jugada en la que fui a trabar con Tevez -explica a la nacion-, pero son cosas que pasan. En los clásicos siempre se pone la pierna fuerte. Se juega al límite”.
Tan contento quedó el nuevo refuerzo de River por su primera aparición en el equipo de Marcelo Gallardo, que apenas terminó el superclásico usó un adjetivo difícil de elegir para describir el encuentro: “Hermoso”. Aunque alguien pudiera pensar que era una definición generosa y apresurada propia de la agitación del festejo por la victoria, 48 horas después de la batalla del José María Minella, Nacho Fernández sostiene el veredicto, recargado: “Fue hermoso, un espectáculo hermoso”.
Con los pies sobre la tierra, y más allá de las definiciones barrocas, el hombre llegado de Gimnasia y Esgrima La Plata admite que River debería haber capitalizado la ventaja numérica que obtuvo después de la expulsión de Jonathan Silva, y mucho más aun cuando Boca jugaba con ocho. “Tenemos que buscar más verticalidad y aprovechar las oportunidades, pero lo importante es haber ganado”, dice.
Para eso, para sumar juego y verticalidad, justamente, llegó Fernández a River en los primeros días del año. Y como si no llevara sólo dos semanas con el plantel, el zurdo número 26 se ajustó con oficio a las indicaciones del técnico para su estreno: moverse por los costados alternando con Leonardo Pisculichi, distribuir el juego, y tratar de que la pelota llegara a los delanteros. Le agregó algo de su tintero, como algunos pases con el pecho, cambios de frente con la rosca de su pierna izquierda, y aceleraciones interesantes.
De ese combo, dice, salió la sensación del deber cumplido. En el balance, previsiblemente, Fernández destaca el primer tiempo del equipo. Aunque su juego en particular fue más observable en el segundo, cuando Gallardo movió el medio campo como un cubo Rubik en busca de la mejor combinación. Habrá que ser más constante, señala el volante, si River quiere cumplir con la máxima de pelear en todos los frentes. “Jugar bien y ganar”, es el lema.
En el frente interno, clave también para un recién llegado, la situación marcha muy bien. Fernández comparte habitación con el juvenil tucumano Exequiel Palacios en el Costa Galana, y aunque sabe que se salvó de ser rapado o de ceremonias por el estilo por haber llegado bastante grandecito -25 años- a River, asumió que no podría escapar del reglamentario puentecito chino por haber cumplido 26 en medio de la pretemporada. Sin rencores, dice.
La buena relación que empieza a tener con sus nuevos socios en River va en sintonía con el afecto que mantiene con sus ex compañeros en Gimnasia. Por eso no llama la atención que decidiera visitarlos 24 horas después del superclásico, en el hotel donde el Lobo se concentró para el partido frente a Aldosivi, en Mar del Plata. Algunos, de hecho, lo llamaron o le enviaron mensajes para felicitarlo después del partido.
Fernández -que no tiene redes sociales desde que se cansó de los insultos de algunos hinchas-, confiesa que le fue difícil responder tantos saludos. Lo más sencillo era identificar los que llegaban desde su pueblo, Dudignac, ubicado en el medio de la provincia de Buenos Aires: el prefijo 02317 facilitaba todo.
Con ellos hay que quedar bien, incluso si lo llamaran los 2700 habitantes, porque desde diciembre de 2015 él es ciudadano destacado del lugar. La gigantografía que instalaron en la entrada de la localidad agraria se encarga de recordarlo a cada visitante.