Jueves 29 de May de 2014
A tres años del ascenso de Once Tigres al Argentino B.
Alguna vez se vio en el estadio “Abel Del Fabro” una bandera auriazul con la leyenda: “29/05/2011, prohibido olvidar”, y efectivamente, la fecha es imposible de pasar por alto, tanto para los hinchas de Once Tigres, como para el fútbol de 9 de Julio en general, ya que la misma produjo un quiebre muy importante para todo lo que vendría después: objetivos más ambiciosos, estructuras más importantes y una media general en el juego, que a partir de la incorporación de nuevos protagonistas, logró subir varios escalones en muy poco tiempo.
El 29 de mayo de 2011, en la fría tarde de General Pico, provincia de La Pampa, con un triunfo por 1 a 0 ante Alvear FC, después de imponerse 2-1 en la ida, disputada una semana antes en nuestra ciudad, Once Tigres lograría el ascenso al Torneo Argentino B, en una conquista deportiva que se constituye en una verdadera epopeya en sí misma, ya que se logró tras diecinueve cotejos invicto, con 15 victorias y 4 empates y sin recibir goles de visitante en la serie de play offs; pero que también marcó este mencionado punto de inflexión.
Ya se ha hablado largamente en aniversarios anteriores de todo lo que significó esta quimera lograda por un grupo homogéneo, con el sueño siempre a flor de piel y la ilusión permanente, fogoneada por un verdadero apasionado por la obtención de este tipo de logros como es el entrenador Omar Santorelli, por lo que evitando caer en elogios y reconocimientos reiterativos, transcurrido tres años de aquella hazaña, bien podría hablarse de otras cuestiones que el tiempo va poniendo en evidencia, y que al principio quedaban un tanto eclipsadas por la misma pasión y la alegría de la conquista.
Lo conseguido en aquella oportunidad por esta institución comandada por el abanderado de un sueño, Fernando Salva, y que reflejó fielmente al fútbol de 9 de Julio, adquiere con esta distancia temporal, una trascendencia aún mayor.
En aquel momento, de los más de 260 equipos de todo el país que comenzaban a disputar el torneo, solamente tres lograban ascender. O dicho de otra manera, lo que se ganó, fue producto de lo puesto de manifiesto en la cancha, y en este sentido podría decirse que tanto Once Tigres –como en el presente año Bragado Club- fueron los únicos dos equipos de la zona que se ganaron en cada partido el orgullo y el privilegio de jugar en una categoría superior.
Después llegaron las “invitaciones” y año tras año se fueron sumando más equipos que, con grandes estructuras y un respaldo económico muy fuerte, se posicionaron en la categoría y, de alguna manera, más allá de la injusticia que ello representa; como quedó dicho, enaltecieron el logro de los nuevejulienses.
Asimismo, en el rodaje en la categoría, ninguna de sas escuadras, como así tampoco las que ganaron sus pergaminos legítimamente en la faz deportiva y cuentan con una envidiable trayectoria en las categorías de ascenso del fútbol argentino, nunca lograron que sus medallas pudieran esmerilar un trabajo con
mucho sacrificio de pura cepa nuevejuliense.
Atrás quedaron larguísimos kilómetros, agotadores viajes y exigencias permanentes que se agudizan en un roceso de aprendizaje; pero a lo largo de tres años se disfrutó plenamente de una utopía hecha realidad, nada menos que eso.
Los nuevos tiempos impondrán renovadas exigencias y cambios permanentes, a los que habrá que adaptarse, los que se podrán asumir o no; pero de todas maneras la fecha que se recuerda en esta jornada permanecerá inalterable como un sello indeleble de orgullo y de clara demostración que muchas veces, con perseverancia, esfuerzo y pasión, los sueños pueden alcanzarse y hacerse realidad.