Jueves 16 de Junio de 2016
Por Guillermo Blanco.
Hay veces que en el Congreso entienden que las simples cosas merecen ser tenidas en cuenta. Son las que hacen a la cotidianeidad, a la consolidación de una identidad que aparece difusa y contradictoria por otros lados. Pero en la actividad que nos convoca esto no ocurre, de ahí que en estos tiempos de vacas gordas y estómagos flacos sea positivo comprobar cómo a mentes elegidas para conducir con otras el barco republicano, se les ocurre reconocer a deportistas.
Y entre ellos, silencioso y sin demasiado calor popular, el primero de todos los anunciados es Jorge Ariel Tapia, un nuevejuliense que desde su labor inicial de petisero en La Guarida del maestro Dante Spinacci, fue creciendo hasta transformarse en referente mayor del llamado deporte nacional, el Pato.
El no se encuentra acá, está trabajando en Inglaterra modelando caballos de polo, y confió en Dante y en quien les habla (ambos tan nuevejulienses como él) para recibir una de las diez Menciones de de honor del premio “Malvinas Argentinas”, votado por unanimidad por la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados y desarrollándose este martes 14 en el auditorio del edificio anexo del Congreso. Cerca está aún el tiempo en que en la revista Viva lo bautizaran como “el Messi del Pato”, una muestra más de lo que significa Ariel, incluso para Spinacci, quien postergó todos los compromisos contraídos para estar en el momento del acto lo mismo que una delegación de la Federación Argentina de Pato, el vice Pablo Segovia y el vocal Walter Avila junto a la jefa de prensa Natalia.
También se reconoce a los eximios boxeadores Marcelo Domínguez y Marcela “Tigresa” Acuña, al nadador de aguas abiertas Agustín Barletti; el futbolista sordo Javier Juarez; el bochófilo en sillas de ruedas el sanjuanino de Caucete Henrán Leglize; la ajedrecista puntana Giannina Beso; ese fenómeno de noventa años de apellido Monza, campeón mundial de básquet en 1950 y Enzo Sánchez, de Artes Marciales. Algunos más conocidos que otros, todos con un curriculum que basta para el elogio.
Lo mismo ocurre con nadadores como la cordobesa Virginia Bardach (hermana de la medallista olímpica Georgina), clasificada para los Juegos de Río 2016, que no puede estar por sus entrenamientos, y Fernando Carlomagno, con capacidad diferente; la luchadora santiagueña Patricia Bermúdez; el tenista de mesa adaptado Mauro Pérgola; el campeón mundial juvenil de salto con garrocha Germán Chiraviglio –también ausente por su actividad previa a los JJOO- y el atleta trasplantado de bowling Julián Gómez.
Cada uno con sus valores, cada uno como representante de sus lugares de origen. Entre ellos Ariel Tapia, quien día a día cuando está en 9 de Julio renueva su amor por los caballos y por ese juego del Pato que aprendió junto con el biberón, y que de la mano de Dante Spinacci y junto al hijo de éste, Pablo, terminó en lo más alto de ese deporte, subiendo una montaña de gloria deportiva que hoy le permite gozar de este tipo de reconocimientos.