Miércoles 2 de Diciembre de 2015

El conventillo de la paloma

Sainete de Alberto Vacarezza.

Como se dijo en la entrega anterior, el grupo de “Taller de Teatro de María Belén Bianco, la Esquina, Arte y Cultura”los días 12 y 13 de diciembre presentará, en el Teatro Rossini, el sainete de Alberto Vacarezza.

En esta entrega se cuenta sobre el lugar físico que ocupó el conventillo, su historia y qué ocurre hoy con ese lugar.

En el barrio de Villa Crespo se instaló una fábrica de zapatos donde trabajaban hombres solos que habían llegado desde diferentes lugares de Europa o Medio Oriente. Se alojaban en un conventillo, alquilado o comprado por los dueños de la fábrica.

Los hombres, solos, en algún momento decidieron invitar a una mujer, la Paloma, que llegó desde los prostíbulos del Bajo. Pero no sólo querían sexo, sino que la veían como alguien que llenaba su soledad y por eso, se enamoraban de ella.

En ese entonces, el conventillo contaba con 110 piezas; era tan grande que había autos que podían surcarlo de Serrano a Thames.

En cada pieza vivían unas cuatro o cinco personas, en los años en que los hombres habían traído a sus mujeres y a sus hijos, llegaron a vivir 400 personas.
Contaba con tan sólo dos baños para todos los habitantes; se producían más peleas en la cola del baño que en el balcón de la Paloma.

Hoy viven 17 familias en ese lugar, (unas 50 ó 60 personas); hay inmigrantes, pero la mayoría son del interior de nuestro país, unos pocos bolivianos y paraguayos.

Las fiestas en el conventillo eran el modo en que esos hombres,que lo habían dejado todo, alegraban su vida dura. Llegaban los bandoneones y el tango se bailaba y coreaba con acentos de mil países; el lunfardo fue recreado a partir de cada lengua.

Hoy las fiestas siguen, porque la vida es tan dura como entonces; a veces llegan las murgas y todos bailan y celebran.

Sus habitantes pugnan por no ser expulsados de sus habitaciones. Hay herederos (falsos herederos, según los habitantes de La Paloma) que vienen persiguiendo su propiedad, y hay inquilinos del conventillo que, sin embargo, no pagan alquiler.

La Paloma era una mujer «sujeta al deseo de ser buena» que escapaba de un hombre que la maltrataba. Así, en busca de una vida mejor, se alojó en el conventillo, donde provocó un revuelo entre sus habitantes; los hombres le «arrastraban el ala» y las mujeres se ponían celosas. El conflicto lo manejaba Villa Crespo, que defendía a la Paloma de la denigración masculina; el machismo, muy argentino, tiene en esta obra un tratamiento interesante, así como también el despliegue de las problemáticas que se generan en todo grupo humano.

Grupo de Teatro de Adultos.   
Directora: María Belén Bianco
Nota: en la próxima entrega conoceremos datos del autor, don Alberto Vacarezza
Ana María Vivani


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“El Conventillo de la Paloma”


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