Lunes 19 de Octubre de 2015
Termina una nueva semana, los tamberos tienen en sus bolsillos las liquidaciones de la leche producida en setiembre y los precios siguen haciendo mella en el desánimo generalizado. Son pocos los que tienen intención de algo más, de seguir dando pelea en una situación por demás compleja y que no ve alternativas de cambio en el corto plazo, como se necesita.
El Gobierno y los que juegan a ser funcionarios salen ahora a inflar culpables, en vez de trabajar para resolver el deterioro de un sector económico fundamental. Se intuye que nada va a cambiar en las políticas de aquí a diciembre pero la consecuencia directa de esto será la salida de la actividad de más productores, en el mismo sentido que se viene dando en los últimos años.
De fracasos hay que hablar, partiendo del Ministerio de Economía, llegando al sentir de los productores que se entregan al destino y antes de fundirse deciden salir a vender el rodeo, esperar que los más grandes se sigan concentrando y así el deterioro es abismal, en una comparación ya sea visual o estadística, sobre todo en años donde ya este segmento productivo contó con una Subsecretaría nacional, que no pudo ser aprovechada en lo más mínimo para mejorar las condiciones sectoriales, desde los productores hasta las industrias, sobre todo liberando a la fase comercial, sin ver a ningún funcionario ruborizado por ello.
Este cúmulo de situaciones que tiene hoy a la leche en 2,40 como generoso promedio, hace que en todas las cuencas la situación sea insostenible. A partir de esto, ayer un grupo de productores del oeste de la provincia de Buenos Aires decidió salir a reclamar, basados en el cansancio a partir del abuso de la falta de pago adecuado por la producción.
Por la tarde, llegaron a la Cooperativa La Juanita, de Gregorio de Laferrere, uno de los reductos más pobres del partido bonaerense de La Matanza, para regalar leche, como una demostración de tanta pérdida, como una imagen de la resignación.
“Entregamos la leche gratuitamente. Se llenó de gente que se fue enterando de la actividad y en una hora y media no quedó nada”, comentó Pedro Hardoy, uno de los productores autoconvocados que gestaron la acción, sobre un volumen de dos mil litros de leche en sachet, comprada. Entre quienes más lo necesitan y quienes padecen las condiciones productivas se generó un vínculo ocasional y que no se descarta que se vuelva a hacer.
“Fuimos un grupo de productores que nos conocemos a través de grupos CREA, de los diferentes INTA y por las instituciones, decidimos generar esta acción porque con el precio que estamos recibiendo, antes que seguir regalándole leche a la industria, preferimos dársela a la gente”, apuntó, sobre un hecho sin demasiada difusión mediática.
El tambero en general tiene una mirada individualista, porque su trabajo no es tan colaborativo como otros, por lo tanto llama la atención la predisposición sobre la iniciativa, que ya otras veces se había hecho de manera simbólica, incluso hace años en Rafaela.
Hardoy añadió que “a través de panfletos que repartimos en el lugar, explicamos nuestra situación, sobre todo en cuanto al reparto de la renta sobre un litro de leche, en la cual el tambero tiene solo el 22 por ciento de participación, y de ahí para arriba la industria, el comercio y la intermediación del Gobierno”, dejando en claro que “esta acción se hizo de esta manera para dejarla fuera de cualquier rasgo político, porque los que estuvimos regalando la leche no somos ni de uno, ni de otro, solo estamos diciendo que en estas condiciones el negocio lechero no camina, porque nos estamos fundiendo, trabajando todos los meses por debajo de los costos de producción. Así como la estadística calcula el cierre de un tambo por día en los últimos años, esta situación agrava y preocupa al sector, porque acelera la salida de tamberos del negocio”.
El mensaje es muy claro, lo que cuesta comprender es la razón por la cual el Gobierno no define un encuentro de partes, para toda la cadena, tendiente a encontrar soluciones o simplemente cumplir algo de lo prometido meses atrás en una mesa por el precio que se concluyó de manera paupérrima.
El tambo es una actividad que conlleva en el esfuerzo cotidiano mucho amor por la tarea. Esto no vale en un país donde al que produce se lo castiga con cargas impositivas excepcionales, puertas y oídos cerrados a los reclamos, falta de reacción política ante los fracasos probados e incluso desventajas altamente comprobadas de los más débiles ante los más fuertes, criticados, pero jamás ordenados.
Serán los tamberos, como el resto de los productores agropecuarios de cada rincón del país los que deban pensar en los padecimientos de estos 12 años, donde el despegue debería haber sido absolutamente grande, gracias a la capacitación, tecnología y voluntad individual disponible, los que elijan el destino de los próximos cuatro años en pocos días, pero siempre con el añadido de comprender más colectivamente a la actividad de generar alimentos. Las contingencias internacionales son válidas y pasajeras, pero lo sucedido internamente generó episodios reiterados y agravados con el correr de los años, que hacen de este momento y con una mirada lógica uno de los más complejos, donde las inversiones son imposibles, el crecimiento impensado y las consecuencias negativas, irreversibles, con cientos de tamberos que dejaron su condición productiva olvidada.
Fuente: Diario Castellanos
Prensa Sociedad Rural de 9 de Julio.