Lunes 30 de Noviembre de 2020
Un reto del presente para el futuro: disminuir la “brecha digital”
Hace unos días se hizo internacional la historia de Alexéi Dudoládov, un estudiante de ingeniería que vive en una pequeña aldea de la región de Siberia. A través de la
popular aplicación TikTok, Dudoládov dio a conocer al mundo una situación que, aunque él resuelve de manera peculiar, es mucho más común de lo que parece. La conexión a internet que llega a su aldea es 2G, insuficiente para poder seguir las clases en línea o descargarse los materiales que necesita; por eso, cada día escala por un árbol hasta una altura de 8 metros para poder tomar una mejor señal con su móvil.
La historia de este joven ruso es un buen ejemplo de hasta qué punto las nuevas tecnologías se han vuelto indispensables para nuestras relaciones sociales, pero también para nuestra formación y carrera profesional.
Además, y más importante, ha puesto de relieve que no todo el mundo tiene acceso a estas tecnologías y, por lo tanto, no tiene las mismas oportunidades de desarrollarse profesionalmente.
En los últimos meses se han
acentuado las desigualdades sociales que venían existiendo, entre ellas, la denominada “brecha digital”. El acceso a internet se ha convertido en parte fundamental de nuestro ocio, sea a través de
plataformas de casino, de streaming de contenidos o de videojuegos varios, pero el problema es que también es crucial
para buscar trabajo, estudiar o dar a conocer y comercializar los productos de nuestra actividad económica, sea cual sea. En definitiva: no poder disfrutar de las ventajas del desarrollo tecnológico y tener presencia en el mundo digital, genera pobreza.
Según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el 53,6% de la población mundial no tiene acceso a internet, un porcentaje que se concentra especialmente
en las zonas agrícolas. La brecha digital se refiere a esta falta de conectividad, pero también al desconocimiento sobre cómo usar estas tecnologías cuando sí están disponibles.
En la Argentina, el porcentaje de penetración de las nuevas tecnologías es alto, pero es bastante desigual dependiendo de los distintos territorios del país. Los datos recogidos por el Ente Nacional de Comunicación (ENaCom) demuestran que, durante el segundo trimestre de 2020, cuando estar conectado se convirtió en algo indispensable para muchos trabajadores y estudiantes, el 36% de los hogares argentinos no tuvo acceso a internet.
Pese a que, en conjunto, el acceso en Argentina durante los últimos cinco años ha aumentado en un 23%, la penetración de internet fijo en el país varía mucho por provincias. Solo en Buenos Aires, la diferencia es notable: mientras que en la Capital Federal el porcentaje es del 106,41%, en la provincia baja al 65,22%. Y en territorios como
Mendoza, Santa Cruz, San Juan o Formosa, no llega al 40% de la población.
Además, como decíamos, el problema de la brecha digital no es solo el acceso. En un estudio elaborado por Trendsity, se constataba que esta brecha en Argentina está determinada por tres factores: la conectividad, la velocidad de la conexión, y el número de dispositivos disponibles en los hogares. En estos aspectos encontramos también grandes diferencias según los territorios. El tipo de conexión no es la misma en todas partes; el 56% del acceso se produce a través de cable módem, mientras que apenas un 12% es fibra óptica y solo un 4% inalámbrica (WiFi). Esto afecta directamente a la velocidad, solo el 41% de las conexiones tienen una velocidad superior a los 30Mbps de descarga de datos; el 42% está por debajo de los 10Mbps que es, por cierto, la que Dudoládov tiene en su aldea.
Por otro lado, tenemos la diferencia en las ofertas de internet y telefonía móvil, que están disponibles principalmente en solo cuatro zonas: el área metropolitana de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Durante el segundo trimestre de este año, la penetración del teléfono móvil llegó al 122%, pero cerca del 90% de esos contratos son de la modalidad prepago, es decir, limitada. En el 27% de los hogares argentinos, el acceso a internet supone una carga importante para la economía familiar.
Superar estas dificultades de acceso y uso de las tecnologías es una prioridad. Así lo se lo planteó el gobierno, que el pasado mes de septiembre lanzó el
Plan Nacional de Conectividad “Conectar”, que prevé no solo la promoción del uso de las tecnologías por parte de toda la población, sino también la generación de oportunidades para que esas tecnologías se desarrollen en el país.
La digitalización es una apuesta de futuro necesaria y segura; el
mejor ejemplo de ello es Estonia, que gracias a su transformación digital ha pasado de ser un país empobrecido a convertirse en un referente tecnológico a nivel mundial.
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