Sábado 11 de Junio de 2016
Por Guillermo Blanco.
Fernando Pisano junto a Héctor Chavero, familiar de Atahualpa Yupanqui
Canta y al cerrar los ojos puede estar en cualquier lado, en La Esquina a la que se refirió hace un par de temas atrás, o en este cálido sitio de Palermo Soho llamado La Paila, que lo encuentra sonando el bombo prestado por Marián Farías Gómez y con el acompañamiento del eximio guitarrista Mariano Delgado.
Este Fernando Pisano que se presenta en Buenos Aires otra vez, es el mismo de siempre, con su timbre de voz que encaja justo para un repertorio folklórico con apertura peruana y uruguaya, que redondea una noche fría afuera pero familiar adentro.
La presencia de un sobrino nieto de Atahualpa Yupanqui avala la jerarquía del momento y la dedicatoria de un tema del mayor exponente de la música nativa argentina, mientras que el nombre de su querido Julio Lacarra –cuyo escenario lleva el nombre en el centro de Tucumán y Santiago del Estero nuevejuliense-
está representado por un sobrino.
Linda noche de jueves porteño, lejos del ruido televisivo tinelliano y de otras yerbas.
Folklore puro, y de un viejo amigo del tema, conocedor veterano del oficio y con una platea acorde a su manera de ser. Tranquila. Familiar.
Unificada en la idea y hasta se presume que con una misma manera de ser y de vivir. Se nota cuando interpreta cada tema, como por ejemplo Zamba por vos, Dame, Sombras, La tucumana, para crecer en palmas con Campo afuera y en movimientos acompasados con Amarraditos.
El Romance de la luna tucumana, dedicado al descendiente de Yupanqui que tanto gozó del espectáculo y las empanadas, y Oración del remanso, también tuvieron su reconocimiento. Todo fue digno de elogio, hasta el instrumental La Catedral tocado por Delgado con una precisión de agudos en la guitarra digna de un elogio mayor. Esto fue parte de lo que pasó en La Paila convocados por Fernando Pisano, quien finalizó recurriendo a su esencia, la de la denuncia social apartidaría pero sólida en el contenido a favor de los desposeídos.