Martes 14 de Junio de 2016
Fue un almuerzo por el 60º aniversario de la revista “El Gráfico”, en 1979, del que el autor participó. La lucha solitaria por los derechos de los negros vs. el poder blanco. Osvaldo Orc, Eduardo Rafael y Guillermo Blanco, autor de esta nota evocativa
Por Guillermo Blanco
En esas 18 páginas de la edición de “El Gráfico” del 25 de mayo de 1979 quedaron encerradas historias y anécdotas abrazadas por la visita de Muhammad Alí a a la Argentina para el 60º aniversario de la revista, por entonces referente máximo en habla hispana en el ámbito deportivo.
“Nunca dijo tanto”, fue el título del material que escribimos entre los que compartimos aquel almuerzo muchísimo más largo que sus combates, que solían terminar antes del límite. Cherquis Bialo, Eduardo Rafael, Carlos Ferreira, Juan Panno, Luis Hernández (ya fallecido, como esta semana el mítico boxeador de Kentucky), Osvaldo Orcasitas, Carlos Irusta, Alberto Oliva (con quien llegó a Buenos Aires e hizo de traductor) y el autor de esta nota.
Por qué se dedicó al boxeo, fue la primera de una bolsa de preguntas de todo tipo y color. “Alguien me robó la bicicleta cuando tenía 12 años, cuando me dirigía a donde vendían heladeras viejas y choclo. Yo iba a comprar choclos y dulces. Al salir me di cuenta de que la bicicleta había desaparecido. En el sótano del lugar había un gimnasio, pregunté allí dónde podía encontrar un policía y había uno que entrenaba boxeadores.
Le comenté lo ocurrido, me pidió la descripción de la bicicleta mientras yo miraba los chicos entrenarse. Y me dijo que por qué no iba yo también, así la próxima vez que me robasen si encontraba al ladrón podría pegarle. A partir de allí comencé a entrenarme y desde entonces nunca más me robaron la bicicleta...”.
Ahí, Cassius Clay –como se llamaba antes de enfrentarse al poder que lo mandó a la cárcel por ser musulmán bajo el nombre de Muhammad Alí- comenzó esa historia que tanto ha sido contada en estos días de homenajes póstumos como pocas veces se han visto a un mortal deportista.
La segunda respuesta llega con un pedido de disculpas por su extensión. Pero vaya si vale la pena escucharla. ¿El boxeo pone en peligro la integridad física y mental?. Y lo que viene es copia fiel. “(Alí) comienza a contestar sin levantar la cabeza. Se entretiene manipulando finas servilletas de papel blanco que va transformando lentamente en avioncitos. Su lenguaje no tiene muletillas. Inicia la frase sin un ‘bueno, ehhh’, o el cásico ‘¡ahhhh!’ de los americanos. Y empieza a responder:
- Entre la gente que practica fútbol americano el grado de mortandad es diez veces mayor al de cualquier otro deporte, pero nadie define al fútbol americano como una actividad fatal. Entre la gente del béisbol, la mortandad es siete veces mayor que en el boxeo: hay mucha gente que muere cuando se golpea con un bate, otras cuando la pelota le pega en la cabeza y muchas veces puede provocar serios daños en la cara y en los ojos, pero nadie se refiere al béisbol como una actividad fatal.
Entre los corredores de autos hay veinte veces más muertos que en el boxeo: tampoco lo denominan deporte fatal. Incluso en un deporte menos fatal como la natación mueren más personas que en el boxeo y nadie se refiere a la natación como un deporte fatal. Yo pregunto: ¿por qué hay tanta presión sobre el boxeo?
(Prosigue como si sus manos estuvieran repiqueteando en el rostro de un rival…).
“Creo que el motivo nació entre los blancos de Estados Unidos que quieren calificar el boxeo como una actividad cruel. Mientras Rocky Marciano, Gene Tunney, Jim Jeffries, John L. Sullivan fueron campeones, el boxeo no era cruel; como actualmente casi todos los campeones son negros, los blancos critican al boxeo como una actividad cruel. Es una cuestión de intereses. Y ese problema no se limita a Estados Unidos sino que se ha extendido a Sudamérica, Egipto, Libia… En todos hay blancos y negros pero los blancos son los que gobiernan.
En Estados Unidos nosotros dominamos el boxeo, de ahí la campaña generada respecto de su crueldad. Apelan a programas de lavado de cerebro para obtener resultados. Lo bautizan como deporte cruel, peligroso. ¿Por qué se preocupan tanto ahora? Perdónenme, sé que es una respuesta demasiado larga, pero éste es un tema muy importante para mí.”
Uno apuesta a que al menos es similar el interés del lector de hoy comparado con aquel de mayo de 1979 cuando lee la página 26 de la revista luego de haber superado el inicio del ejemplar, que incluye una felicitación del entonces presidente de facto Jorge Videla sobre el mismo aniversario del que estamos hablando. Pero el tema es Alí, quien no ha terminado aún y cuando lo haga, habrá redondeado uno de las cuestiones centrales que nos ocupan aquí. El del liderazgo negro vendrá después…
“En Estados Unidos y en otros países, y estoy hablando esencialmente de los europeos, siempre se hizo la imagen del Dios blanco. Han hecho de Jesucristo un hombre blanco de ojos celestes y pelo rubio. En la última cena toda la gente es blanca. Todos los ángeles son blancos. Tarzán, el rey de la selva africana, también es blanco. Lo que yo hago es rebelarme contra todo eso.”
(Ha empezado a cambiar su actitud. Sus ojos adquieren un fulgor que no tenían. Acompaña cada frase con breves golpes de sus largos dedos sobre el cristal de la mesa.)
“Ahora todos los chicos blancos respetan a Alí a pesar de ser negro. No tengo ojos celestes, ni pelo rubio, y este tipo de cosas es la que odia la gente que quiere matar al boxeo. Quiero terminar esta respuesta mencionando estadísticas que me han llegado: comprueban que el boxeo es una de las actividades menos peligrosas. Si un hombre negro triunfara en cualquier otro deporte que no fuera boxeo, fútbol o béisbol, comenzarían a criticar esos deportes… Si ustedes se fijan en el cine o el teatro, las mujeres más lindas son siempre blancas. Tenemos muchas lindas mujeres de tez oscura. He visto algunas aquí en Buenos Aires.
Pero siempre tratan de presentar la gente linda como blanca. Y rubia. Es la mentalidad europea contra la que yo peleo ahora. Quiero decirles que es un trabajo sumamente difícil, pues estoy solo en esa lucha.
Pero quiero demostrar que los negros son seres humanos como los demás. La gente cree que cuando más negra es una persona, más inferior es. Nadie considera a los negros para realizar ninguna actividad importante. Cuanto más negros son, más pobres son. Por eso quiero imponer igualdad entre la gente. Dios hizo a todos los hombres iguales.
Si ponemos los corazones de muchas personas sobre esta mesa (el encuentro era en la adaptada sala de convenciones de la vieja Editorial Atlántida, en Azopardo y México) veremos que son todos iguales, sin importar el color o la nacionalidad. Algunos hombres juzgan a los hombres por su color y Dios juzga al hombre por su corazón.”
Este es apenas un pequeño momento de la amplia conversación con la excusa de un almuerzo inolvidable. Y como homenaje a este notable deportista musulmán que acaba de ser enterrado con merecidas honras en el mismo país -el suyo- que lo castigara por negarse a hacer el servicio militar apelando a su religión, y le sacara el título mundial ganado con sus puños, este round periodístico es el último de la noche y se cierra así. Quisimos saber si se sentía un líder negro:
“Martin Luther King vivió veinte años adelantado a su tiempo. Las cosas que él predicó sobre la integración recién ahora la gente las está empezando a entender y a llevar a cabo. Martin Luther King consiguió lo que nadie había podido, que se prestara mayor atención a nuestra raza. Y lo que él hizo ayudó a despertar la conciencia de los negros y su actividad posibilitó, incluso, que en los Estados Unidos se modificaran las leyes para promover la igualdad y protegernos. Hay dos grupos entre los negros norteamericanos, los que se quieren separar y los que se quieren integrar.
Los musulmanes querían separarse y Martin Luther King quería la integración. Sin embargo las dos agrupaciones se ayudaban entre sí en el principio básico de defender al negro. El hombre blanco tenía que contestarle a cualquiera de los dos movimientos, se veía obligado a ello.
Si hubiese sido solamente Martin Luther King o solamente los militantes negros, no habrían respondido. Pero al unirse integracionistas y no integracionistas, tuvieron que aceptar la realidad. Por eso es que ahora hay una mayor tendencia hacia la integración que hacia la no integración pues la separación significa igualdad: si el blanco tiene un hotel, tiene que darle uno al negro; si los blancos tienen su ciudad, los negros tienen su ciudad; si los blancos tienen sus escuelas, las tienen los negros…La separación significa igualdad. Pero a pesar de esto, al haber ahora una tendencia hacia la integración, yo la apoyo, pues es la mejor manera de convivir.”
Alí dixit. Que en paz descanse.